Por Juan
Camilo Ibáñez
Muchos
símiles se pueden hacer respecto a la vida, pero uno que resulta curioso y a la
vez acertado es compararla con un camino. ¿A dónde miraras mientras caminas?
¿Al frente? ¿Abajo? ¿Arriba? ¿Atrás? Nunca sabes que puedas encontrar en el
camino, aun cuando escoges uno que muchos antes han transitado.
Es difícil
encontrar caminos rectos, muchos tienen subidas y bajadas, algunos son unas
largas autopistas y otros unos estrechos senderos. En ciertos momentos toca
caminar en el silencio y la soledad pero hay momentos en que se cuenta con la
compañía de otros caminantes. Algunos estarán un rato, unos cuantos kilómetros,
otros tal vez se pierdan y luego vuelvan a aparecer, y quizá, con algo de suerte,
uno de ellos te acompañe el resto del camino.
Pero
llegará un momento en que el camino llegue a su fin. Ese momento en que aunque
el camino parece seguir para todos, tus piernas están cansadas y te encuentras
sin aliento, tus músculos cansados ya no parecen responder. Ese momento en que empiezas
a caminar más lento y los demás caminantes te empiezan a dejar atrás. Ese
momento en que el camino no parece perderse en el horizonte sino que parece
mostrar su final.
Y será un
momento difícil. Extrañaras caminar al ritmo de todos. Extrañaras caminar con
alguien. Extrañaras poder seguir caminando. Y en ese instante querrás mirar
atrás, saber si valió la pena, si elegiste bien tu camino, si diste los pasos
adecuados. Te preguntarás si otros caminantes te recuerden, si dejaste tu
huella en el camino, en su camino, en tu camino.
Y ¿Quién te
dirá que pasará ahora que dejas de caminar? ¿Quién si solo conociste
caminantes? Pero la vida es un camino, y no caminamos solos. La vida es un
camino y como todo camino lleva a un destino. La vida es un camino, y allá al
final de ese camino, en ese pequeño punto que se forma en el horizonte, ese
punto que se acerca desprevenido, ese es nuestro destino.
Escoge bien
tu destino, porque según tu destino será tu camino, y según tu camino será tu
destino. Porque si el destino lo vale, el camino será largo y duro. Porque si
el destino lo vale, valdrá la pena el camino. Porque si el destino lo vale, no
habrán temores ni dudas, tristezas ni amarguras, y quedará la felicidad de
haber caminado y haber llegado.
"Una bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida."
-Pitágoras de Samos