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lunes, 22 de abril de 2013

Un Paso Atrás


Por Juan Camilo Ibáñez

La injusticia es una cosa terrible. La sangre hierve, las manos tiemblan, los ojos se nublan y el corazón retumba violentamente.

Sacan siempre lo peor de nosotros todos aquellos que cometen injusticias. No nos reservamos ni un comentario, ni una mirada, ni un pensamiento.

Casi desearíamos que se arrodillaran y pidieran perdón por todo los malo que han hecho, por todas las veces que han fallado, tal como lo hacemos nosotros.

¿Tal como lo hacemos nosotros? Te has puesto a pensar, cuantas veces en tu vida has pedido perdón realmente…

Es muy sencillo pedir perdón cuando pisamos a alguien y no hay mayor culpa, o cuando nos vemos presionados a hacerlo y la vanidad nos termina obligando.

Pero, qué hay de todas aquellas ocasiones en las que hacemos como que nada pasó, nos volvemos una tumba que no vuelve a hablar de ello. De todas las ocasiones en las que inventamos historias para cubrir nuestras espaldas y tergiversamos las historias para perjudicar a la otra persona. De todas aquellas situaciones en las que sepultamos amistades por el simple hecho de no pedir perdón.

Tal vez lo mejor sea salir y enfrentarlo, volver a caminar livianos, volver a pedir perdón.

“No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón.”
-Juan Pablo II



jueves, 18 de abril de 2013

Manual de Usuario



Por Juan Camilo Ibáñez

“Hay gente que pasa su vida haciendo cosas que detesta para conseguir dinero que no necesita y comprar cosas que no quiere para impresionar a gente que odia.”
-Emile Henry Gauvreay

¿Alguna vez te has sentado a pensar si la vida que vives es la vida que quieres vivir? Nacemos, hablamos, estudiamos, nos graduamos, estudiamos, trabajamos, nos casamos, compramos, nos jubilamos, morimos…Vaya vida aburrida.

La responsabilidad más grande que hemos adquirido es la de tomar nuestras propias decisiones, la de manejar nuestra propia vida. Sin embargo, nadie ha vivido más de una vida para aprender de la experiencia y nadie ha muerto y vuelto con un consejo para decirnos como vivir. 

¿Cómo sabemos entonces si las decisiones que tomamos son las correctas?

Tal vez haga falta un manual de usuario, algo que responda a aquellas preguntas que nos formulamos en nuestro día a día. “¿Por qué estoy aquí?” “¿Cómo puedo ser realmente feliz?” O tal vez algo más sencillo como: “Soy pobre y mi familia muere de hambre ¿Estará bien si me robo esa manzana?” 

Si yo fabricara un robot, con miles de circuitos y sumamente complejo, y se lo regalara a un amigo él tiene dos opciones, por un lado puede empezar a apretar todos los botones, moverle todas las palancas, meterlo a una piscina para averiguar si resiste el agua y realizar todo tipo de acciones para averiguar cómo funciona. Por el otro lado puede llamarme y preguntarme cómo usarlo, pedirme un manual, si no es suficiente pedirme que le mande un técnico especializado que le explique en fin.

Resulta muy difícil y muy riesgoso tratar de descubrir como “funcionamos”, hemos recibido un cuerpo y un alma, y llevamos tiempo apretando botones y jalando palancas, ya es hora de leer el Manual y acudir al Especialista, ya es hora de preguntarle al que nos creó cómo debemos actuar.

martes, 16 de abril de 2013

"Lo Esencial es Invisible a los Ojos"

Por Juan Camilo Ibáñez

“No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.”
-Antoine de Saint Exupéry.

He escuchado decir muchas veces que debemos creer aquello que vemos, o mejor aún, que sentimos.

De esta forma podemos creer en una manzana, no es difícil pues podemos verlo. Pero también podemos creer en cosas que no vemos, como el viento, tampoco es difícil pues podemos sentirlo.

Hay otro tipo de cosas en las que creemos por experiencia pero no por que usemos nuestros sentidos para comprobar que existen. 

Si tengo un pensamiento y no lo comparto, muchos podrían creer que no existe, pues ni ellos ni yo lo vemos, lo escuchamos, lo olemos, lo tocamos, lo gustamos, y sin embargo, ese pensamiento existe en mi mente.

Existen otras cosas en las que creemos aun cuando no las podemos sentir ni tampoco las conocemos por experiencia.

Un buen ejemplo de esto son los agujeros negros. Tal vez los hemos visto en fotos pero ¿quién nos asegura que son reales y no un montaje? No tenemos ninguna forma (a menos que tengamos un muy buen telescopio) para comprobar que existen. Creemos en ellos porque hay personas que los han visto y por medio de libros o de su propio testimonio nos lo han contado.

Vivimos nuestros días confiando. Confiamos que el conductor del bus no se va a chocar, en que lo que nos enseñan otras personas es verdadero, en que lo que comemos no está envenenado, en fin. No podríamos vivir si no creyéramos en otros.
Del mismo modo ocurre con la fe. Creer ciegamente es absurdo. Creemos porque el mundo nos lo muestra en la creación. Creemos porque otros han creído, por que otros han visto, porque otros han vivido. Pero sobretodo debemos creer por tener una experiencia personal. ¿Qué será más fuerte que eso?

jueves, 11 de abril de 2013

Un Grito por la Tolerancia


"¿En dónde ve el pueblo español su principal peligro, el más inminente? En el poder dejado a una tolerancia mal entendida."
-Mariano José de Larra

La tolerancia es la virtud por la cual respetamos el pensar o el actuar de otra persona, principalmente si es diferente a nuestra forma de actuar y pensar.

Muchas veces debemos callar ante las ideas de los otros y descubrir que aquello que considerábamos un error no lo es. De esta forma nos nutrimos con el saber y entender de otros y dejamos atrás nuestro orgullo para dar paso a nuevas ideas.

En otros casos, debemos ser nosotros quienes esperamos pacientes mientras la otra persona descubre que eran sus ideas las erradas.

En estos sentidos la tolerancia es comprender y aprender. Es la virtud necesaria para convivir. Sin embargo, la tolerancia no significa la perdida de la verdad.

Existe una Ley Natural que rige al mundo, y la tolerancia no puede estar por encima de esta ley. Tolerar no es callar ante el mal o la mentira, ante el error o ante el peligro.

El problema de una tolerancia mal entendida y mal aplicada es que abre las puertas de la desmoralización a su sociedad. Empaña y Ridiculiza el bien y encubre y defiende el mal.

Una sociedad que calla y espera cuando se ve atacada y vulnerada no es una sociedad tolerante, es una sociedad imbécil.

"Cuando el relativismo moral se absolutiza en nombre de la tolerancia, los derechos básicos se relativizan y se abre la puerta al totalitarismo."
-Benedicto XVI

martes, 9 de abril de 2013

Tú, Efecto Mariposa


Por Juan Camilo Ibáñez

“El aleteo de las alas de una mariposa se pueden sentir al otro lado del mundo”
-Proverbio Chino

Toda acción que realizamos, toda decisión que tomamos por más pequeña e insignificante que parezca se convierte en un factor determinante en nuestra vida.

En algunas ocasiones podemos volver atrás en nuestros recuerdos y descubrir que momentos nos han marcado, experiencias extraordinarias que pueden generarse por la interacción con personas, por paseos, por lecturas, por discursos, por películas, por enfermedades, por algún reto personal en fin miles de circunstancias.

En otras ocasiones resulta casi imposible determinar estos momentos. Pudo suceder que una persona pretendía suicidarse y tú, sin saber nada,  le haces un buen comentario y esa persona cambia su parecer. Nunca te enterarías que fuiste tu pero esa pequeña buena acción salvo una vida.

Muchos recuerdos del pasado nos atormentan, quisiéramos volver atrás y cambiar nuestras acciones, ir al pasado y aconsejar a ese yo que está a punto de cometer un error que no lo haga. He aquí la razón por la que el ser humano siempre está tratando de desafiar el tiempo.

Pero, si no podemos volver al pasado, y si sabemos que nuestras acciones tienen un peso tan alto en nosotros y en los demás ¿Cuál es la actitud que debemos tomar?

Son las pequeñas acciones del día a día las que nos determinan, ¿Quién quieres ser? Es la respuesta a la anterior pregunta, pues dependiendo de quién quieras ser se definirá la actitud que debes tener. Pero, recuerda, tus acciones y decisiones y quien quieras ser te afectaran a ti y afectarán al mundo.

lunes, 1 de abril de 2013

Del Big Bang a Una Gota de Sangre

Por Juan Camilo Ibáñez


Hoy en día sabemos que todo lo que conocemos, todo lo que nos rodea, al menos desde el Big Bang, lleva más de 13,700 años de desarrollo. 


¿Qué había antes del Big Bang? ¿Qué hay más allá del Universo? ¿Cuál es el futuro de este? Para lo que conocemos hoy en día todo son especulaciones. 

El Génesis, primer libro de la Biblia, comienza diciendo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra (…) y dijo: Hágase la luz, y se hizo la luz (…)”, y con once frases más se creó todo lo que hoy en día conocemos y todo aquello que ha dejado de existir.

¿Por qué resumirían toda la creación en siete días quienes escribieron estos libros? Porque no le costó a Dios mucho más que eso crear todo lo que se conoce. 

Creó átomos y células, plantas y animales, ecosistemas y galaxias. Creó las leyes y principios, los ciclos y la vida. Nos creó a ti y a mí. Y solo le costó siete días.

Tan extraño resulta entonces pensar que se tomó la molestia de hacerse hombre, de nacer y verse encerrado, limitado e impedido en un cuerpo. Tan extraño resulta pensar que Él que todo lo sabe tuvo que aprender a caminar y hablar. Tan extraño resulta pensar que Él que nunca necesitó nada quiso sentir hambre y sueño.

¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Por qué caer y rasparse? ¿Por qué estudiar si todo lo sabía? ¿Por qué limitar su inteligencia y su poder? ¿Por qué hacerse hombre y sufrir?
Una gota de sangre habría bastado, pero una gota de sangre no habría sido suficiente manifestación de amor. Tuvo que llorar y sudar sangre, tuvo que temer y temblar, tuvo que ser juzgado como hereje, ¿Dios negándose a sí mismo? ¿Dios juzgado como hereje? 

Pasó un día entero tratado como el peor de los criminales, fue azotado y su cuerpo que solo había servido fue flagelado. Tuvo que cargar la más pesada de las cruces, la que no le pertenecía pero que decidió cargar. Tuvo que caminar humillado y cansado y después de un día entero sin comer ni beber su única sed era de amor, sed de cariño, sed de compasión.

¿Quién osaría matar a Dios? ¿Quién cometería el deicidio? Ignorantes, por supuesto, tú y yo, día a día con nuestras acciones. ¿Cuántas veces al día no lo clavamos a la Cruz? ¿Cuántas veces tú y yo?

Pero la muerte no podía ser suficiente, la muerte sola no tenía sentido, morir y sufrir sin resucitar habría significado la derrota, la muerte sobreponiéndose a Dios. Por eso resucitó, y por fin nuestra vida volvió a tener sentido.

Siete días le tomaron crearlo todo pero para perdonarnos todo esto tuvo que pasar. 

"No hay amor más grande que dar la vida por los amigos"
-Jesús de Nazareth