Desde el comienzo de la humanidad, desde que el primer hombre sostuvo en
sus manos lo que hoy en día categorizamos como un bien. Desde que se realizó el
primer trueque, la primera venta, el primer préstamo e incluso el primer robo.
Desde que el individuo se hizo consiente de la necesidad que tenía de
sobrevivir y prosperar y empezó a utilizar todo su ingenio en este propósito,
desde este mismo momento la humanidad empezó a verse involucrada en los
primeros sistemas productivos.
Qué curioso resulta mirar a nuestros antepasados y descubrir como la
esencia de aquellos primeros modelos económicos es la misma que hoy en día nos
rige. Sin embargo, no buscaremos con este ensayo diseñar un modelo económico
que respete la dignidad del ser humano, buscaremos en realidad plantear o más
bien recordar cuales son aquellos aspectos que deben tenerse en cuenta al hacer
un sistema productivo para asegurar o al menos facilitar que sean respetuosos y
sobretodo beneficiosos con la dignidad humana; pues no basta con limitarnos a
cumplir con aquello que nos exige el mundo, con aquello que nos exigen las
leyes, debemos cumplirlas pero además debemos exigirnos para sobrepasarlas.
Siguiendo por esta línea, entonces, sería prudente preguntarnos acerca
de algunos aspectos fundamentales de los distintos modelos económicos que
existen hoy en día y que nos servirán para continuar con el objetivo principal
de este ensayo.
En primera instancia, tratemos el tema de la propiedad privada, la
privatización de los bienes. ¿Es la propiedad privada una manifestación de la
riqueza? ¿Podríamos decir hoy en día que la propiedad privada no hace más que
aumentar la brecha existente entre la riqueza y la pobreza? ¿Delimitarla más,
tal vez? Personalmente creo que la forma en que la propiedad privada ha sido
planteada no es la mejor, no se trata de privatizar todos los bienes de modo
que los que no tienen, jamás tengan y los que tienen, tengan cada día más. Pero
por otro lado también es cierta aquella célebre frase de Cervantes: “Lo que
nada vale aun menos lo estimamos” y también el hecho de que los bienes propios
se utilizan mejor que la propiedad común, basta la simple imagen de una fuente
de un parque público contrastada con una fuente en un conjunto residencial,
para fortalecer esta afirmación.
En mi opinión, el punto medio en esta discusión lo ha alcanzado Santo
Tomás de Aquino al afirmar que la mayor preocupación no debe radicar en la
existencia o inexistencia de los bienes, sino en la forma en que estos son
administrados.
Otro tema que suele surgir con base a esto es el precio justo de los
bienes. Adam Smith con su Mano Invisible, aseguraba que el Mercado se regularía
solo, y este modelo suele ir de la mano, al menos en muchos aspectos, con lo
que varios autores, ecónomos, filósofos, matemáticos, en fin, plantean respecto
a la regulación del precio justo de los bienes: “El usuario debe ser quien
ponga el precio justo del bien”. De modo que en este sentido podemos dejar la
discusión de este tamaño y no entrar en detalles.
¿Cuál es el problema entonces con los modelos económicos de hoy en día?
En definitiva, el inminente fracaso que demuestran ser. Basta recordar la
desmesurada cifra de decenas de millones de personas que murieron bajo la Rusia
socialista del siglo XX o hacer un sondeo por la Cuba comunista de nuestros
días para ver el fracaso del modelo económico de Marx, inclusive ver las
migraciones por la inseguridad económica y social de nuestros hermanos
venezolanos. Sin embargo, basta también con recordar las cifras publicadas por
el Banco Mundial en el 20111 para descubrir que el sistema económico
en el que hoy en día vivimos también ha fracasado. Tal vez, la mayor diferencia existente entre
la una y la otra es que mientras que una asegura la libertad la otra no lo
hace, faltaría lograr llegar a que uno de estos sistemas económicos y
democráticos aseguren también la paz.
Es curioso como casi 45 años después de su encíclica Populorum Progressio2, el
llamado de Pablo VI a desarrollar sistemas económicos y democráticos que
llevaran a los pueblos a salir del hambre, la miseria, las enfermedades
endémicas y el analfabetismo, sigue siendo urgente, alarmante y aún está
pendiente. Muchas veces lo único que hace falta es que alguien levante la vista
y diga aquello que todos ya sabemos: ¡Miren, el emperador está desnudo! (Hans
Andersen, 2002).
¿Cuál ha de ser entonces la preocupación de la humanidad en el momento
de idear un nuevo sistema productivo? Si pudiéramos definir el propósito de un
sistema productivo en la mente del ser humano hoy en día, en términos generales
nos encontraríamos con que está fundamentado en el simple desarrollo económico;
sin embargo, L. J. Lebret escribió muy sabiamente: “Nosotros no aceptamos la
separación de la economía de lo humano, el desarrollo de las civilizaciones en
que está inscrito. Lo que cuenta para nosotros es el hombre, cada hombre, cada
agrupación de hombres, hasta la humanidad entera” (LJ Lebert, 1961). Parece en algunos
sentidos como si el hombre hubiese olvidado que la economía se encuentra a su
servicio y no esté en servicio de la economía.
Benedicto XVI, quien además de ser el guía espiritual de más de mil
millones de personas alrededor del mundo es una de las mentes más brillantes y
estudiadas de Europa, asegura en su Encíclica Caritas in Veritate3 que “Las causas del subdesarrollo
no son principalmente de orden material. Nos invito a buscarlas en otras
dimensiones del hombre. Ante todo en la voluntad, que con frecuencia se
desentiende de los deberes de la solidaridad. Después del pensamiento, que no
siempre sabe orientar adecuadamente el deseo. (…) más importante aún que la
falta de pensamiento es la falta de fraternidad entre los hombres y entre los
pueblos”.
Que increíble análisis resulta ser el anteriormente citado, podemos
decir que, a grandes rasgos, un verdadero sistema productivo se genera cuando
está dedicado al servicio de la humanidad, de aquí que dijéramos al comienzo de
este ensayo que no basta con simplemente cumplir las expectativas. Me gustaría
poner un caso que ilustre mejor este punto. En 1997 y con 6 años de edad, Ryan
Hreljac logró reunir dos mil dólares para abrir un pozo de agua en África que
más adelante llevaría a la creación de la Fundación Ryan’s Well Fundation, cuyo único propósito es librar a África de
la sed. Es increíble como aparece este sueño, en un mundo olvidado de la
filantropía y la caridad, con una bandera clara: No importa lo que hagas, hazlo
para servir a los demás.
En una humanidad en la que siempre existirá la pobreza, no debemos
preocuparnos tanto del cómo erradicarla, después de todo la pobreza no es
indigna; la miseria si lo es, lo que realmente debemos buscar es la forma de
una convivencia pacífica y armoniosa, la búsqueda de la solidaridad y la
reciprocidad, de los actos desinteresados y la búsqueda del bien común. La
película La Misión4 de Roland
Joffé muestra, aunque con ciertas fallas históricas, las misiones Jesuitas en
el Paraguay, y la forma en que, a través de todas las virtudes mencionadas
anteriormente y otras tantas, una cultura puede vivir de forma armoniosa y en
la continua búsqueda del bien común esta es la verdadera productividad.
No debemos pensar que ya nos encontramos consumidos por el mundo, por el
pensamiento de este, aquellos que se han entregado completamente a una causa
justa que ha beneficiado a los demás, son aquellos que hoy en día son
recordados como verdaderos héroes, como hombres y mujeres dignos de la
humanidad que son y representan.
Aristóteles asegura que el hombre es un ser social por naturaleza y el
Catecismo de la Iglesia Católica5 nos recuerda la capacidad de conocer y amar, que
tiene el ser humano, estas dos cualidades unidas nos demuestran como el ser
humano al servir a los demás no solo está cumpliendo su vocación con el mundo
sino consigo mismo. En el servir y amar a los demás está la verdadera plenitud
del ser. Muy bien lo dijo la Madre Teresa de Calcuta: “Quien no vive para
servir, no sirve para vivir”.
En 1954 y como parte de la literatura de postguerra, William Golding
escribió el Señor de las Moscas, novela que sería considerada por la mayoría de
los críticos literarios como una novela distópica, es decir como una utopía que
va en contra de lo que se plantea como una sociedad ideal. Sin embargo, al
considerar la hipótesis de una sociedad barbárica que propone esta novela y
contraponerla con las hipótesis planteadas por Daniel Defoe y Julio Verne en
sus novelas Robinson Crusoe y La Isla Misteriosa, nos sentimos más atraídos a
vivir en el Palacio de Granito6 que a morir aplastados por una roca
y ser perseguidos para ser cazados.7
La bondad es una característica del ser humano, es una característica
que, como toda virtud, da plenitud al ser humano y lo potencia en todas sus
dimensiones. Del mismo modo que no se puede hablar del ser humano sin hacer un
análisis integral (espiritual, humano, intelectual y físico) no se debería
hablar de un sistema productivo que afecte a aquellos para los que fue creado. Bien
lo dijo Alejandro Dumas: “No estimes el dinero en más ni en menos de lo
que vale, porque es un buen siervo y un mal amo”.
Hasta ahora no hemos hecho más que señalar algunos de los ejemplos
históricos y ficticios en los que se ha combinado un sistema productivo con el
beneficio a la humanidad y del mismo modo hemos resaltado algunas de las
características fundamentales necesarias para crear sistemas productivos que
sean beneficiosos al ser humano.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta cómo aplicar esto en sistemas
productivos que funcionen hoy en día. Enrique de la Rosa, CEO de Redeban
Multicolor, planteo un concepto fundamental en el momento de manejar una
empresa: “Si una persona a alcanzado un puesto es porque se espera que cumpla
con esas especificaciones, que sea responsable con su trabajo, y esto solo
sucede cuando la persona conoce con precisión lo que debe hacer”.
Fernando Molano, CEO de Pfizer Colombia, asegura que: “El respeto por la
gente es primordial, es algo que se debe vivir más que decir desde los jefes y
gerentes hasta los empleados”.
Toda empresa debe ser dirigida con respeto, la gente es lo más valioso
que tiene la empresa. Cada persona debe estar feliz en su puesto de trabajo,
debe sentirse en un ambiente familiar, esto se verá reflejado en los resultados
es un concepto de ganar-ganar por el que toda empresa debería optar.
Existen empresas que tienen planes de desarrollo individual. De este
modo, una persona que llega a un nuevo puesto de trabajo no se ve estancada, no
se sienta a esperar décadas a jubilarse. Estos planes aseguran el continuo
progreso de los empleados y de la empresa. Un empleado que reconoce en su
empresa una palanca para superar debilidades y potenciar habilidades, es un
empleado que estará dispuesto a dar el 100% por su empresa. Esto es un
verdadero sistema productivo.
Cuando un presidente, o un gerente se interesa por sus empleados, cuando
un empleado no es visto como un simple generador de dinero, cuando se genera
una preocupación genuina por la persona, en este momento se están generando
sistemas productivos que respetan la dignidad humana.
No hace falta más que hacer un breve sondeo por el movimiento de las
empresas nacionales e internacionales y descubrir que este movimiento está
dirigido a los tres focos anteriormente señalados y que son un factor común y
necesario: sostenibilidad y productividad empresarial, enfoques de carácter
social y humanitario y por supuesto con una conciencia ecológica (vale la pena
resaltar que ecología y ecologismo no son lo mismo). Una empresa que no tenga
estos tres aspectos o estos tres pilares presentes en su misión, visión y
desarrollo es una empresa que está condenada al fracaso, condenada, realmente,
a la autodestrucción.
Debe ser nuestra labor diaria, especialmente la de aquellos que están
encaminados a dirigir instituciones y regiones, crear, mejorar y potenciar
sistemas productivos que realmente potencien el desarrollo del ser humano. Como
dijimos al comienzo, este no es un ensayo que busque diseñar el sistema
productivo perfecto, pero si estimular la creación de sistemas productivos que
busquen la perfección, una perfección basada en el beneficio económico, la
solidaridad y fraternidad, y la sensibilidad medioambiental.
“Estoy absolutamente
convencido que ninguna riqueza del mundo puede ayudar a que progrese la
humanidad. El mundo necesita paz permanente y buena voluntad perdurable.”
-Albert Einstein
Lista de Referentes:
1. "Improving the
Odds of Achieving the MDGs”. Global Monitoring Report 2011.
5.
"Catecismo
de la Iglesia Católica”. Ed. Liberia Juan Pablo II. 1992.
6. "La Isla Misteriosa”. VERNE, Julio. Ed.
Selección Aventura. 2001.
7. "El Señor de las Moscas”. Golding, William.
Ed. Alianza editorial. 2006.
8. "Cuentos Fantásticos y de Animales”. ANDERSEN, Hans
Christian. Ed. Edimat. 2002.
10. "Concrete
dynamic development”. LEBRET, Louis-Joseph. Paris, Economy y humanism.
Ed. Ouvriéres. 1961.
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11. "El gran libro de las citas y frases
célebres”. DE BENITO, José Ignacio. 2007.
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12. "Fábulas de la Fontaine”. LA FONTAINE, Jean.
1966.
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14. "La Isla Misteriosa”. VERNE, Julio. Ed.
Selección Aventura. 2001.
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16. "Planeta Azul (No verde). Klaus, Václav. Ed.
Gota a Gota. 2007.
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17. "Robinson
Crusoe”. DEFOE, Daniel. Ed. Edimat. 2002.
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