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viernes, 27 de julio de 2012

El Valor del Silencio


Por Juan Camilo Ibáñez

“La plenitud de la sabiduría es conocerse a uno mismo”
-San Agustín

Alguna vez escuchaba que aquello a lo que el ser humano más teme no es al peligro real que existe en la esquina sino al peligro que solo existe en su mente. Y que curioso resulta este pensamiento, pues como si un verdadero monstruo  habitase en algún rincón de nuestro cerebro, listo a atacar a la vista del primer pensamiento o dispuesto a aterrorizarnos a la primera señal de silencio, ocupamos nuestra mente en sin sentidos, asegurándonos de no callar, de no reflexionar, de no encontrarnos de frente con el silencio.

Extraños de nuestra propia alma, inquilinos de nuestro propio cuerpo olvidamos nuestros deseos, nuestros temores, nuestras alegrías, nuestras reacciones. Huimos del silencio que trae consigo el ruido de nuestros dolores, ese silencio que atraviesa apariencias, ese silencio que nos delata nuestra personalidad olvidada.

¿Y qué es el silencio sino ese viejo jardín donde nuestro corazón queda expuesto? Ese viejo tesoro, tiempo atrás olvidado. Ese viejo consejero, tiempo atrás ignorado. Ese viejo espejo, tiempo atrás desechado. Ese viejo herrero, a quien tantos a templado. Ese viejo yo, al que ya no he visitado.

jueves, 26 de julio de 2012

El Paso de los Días


Por Juan Camilo Ibáñez

"Que haya muerto no es prueba suficiente de que haya vivido."
-Stanislaw J. Lec

Hay días que caen en la cotidianidad, días en que el tiempo parece pasar lento y hostigante. Días en que la mañana promete rutina, días en que el sol no logra traspasar nuestra bruma, días en que envejecemos y olvidamos.

Pero también hay días extraordinarios, días que marcan nuestras vidas, días que recordamos por siempre, días que nos alegran, días que nos entristecen, días que parecen segundos, días en que el mundo parece girar en torno a nosotros, días en que amamos profundamente, días en que reímos hasta llorar, días en que nos sentimos superhéroes, esos días que no mueren con el tiempo.

He olvidado mil veces que monté en bus, pero jamás olvidaré cuando me atracaron. He olvidado cientos de conversaciones con mi abuelo, pero jamás olvidaré el día que se despidió antes de morir. He olvidado decenas de veces que he entrado a hospitales, pero jamás olvidaré cuando nacieron mis hermanas. He olvidado el día en que nací, pero jamás olvidaré el amor de mis padres.

Debemos luchar por transformar cada momento ordinario en un momento extraordinario y tal vez esos momentos extraordinarios lograremos volverlos ordinarios. Se trata de vivir momentos que valgan toda una vida, de vidas que valgan cada momento.
No tenemos más que esta vida, y los días van pasando.

Tú Eres Pedro

Por Juan Camilo Ibáñez

Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos:


«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Él les dijo: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Mt 16, 13-19.

Ya hacía tiempo que las multitudes venían siguiendo a Jesús, escuchaban sus enseñanzas, veían sus milagros, y sin embargo, existía entre ellos una gran variedad de opiniones respecto a quien era realmente Jesús. Inclusive entre los apóstoles se puede ver como cada uno se inclina hacía una opinión, unos dicen que Elias, otros que un profeta más en fin.

Es notable que cuando pregunta a los apóstoles “¿quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”, contestan todos los apóstoles, sin embargo, cuando pregunta por la opinión de ellos solo Pedro en representación de todos contesta, marcando así la misión general del Papa hasta el fin de los tiempos como fundamento visible y perpetuo de unidad y como velador de la fe autentica.

El ser humano necesita símbolos visibles, Cristo como cabeza de la Iglesia podría haber decidido prescindir de sacerdotes, obispos y hasta del Papa. Sin embargo, Él nos creo, Él nos conoce, así como solicitamos un recibo de pago para tener la seguridad de que la transacción fue realizada, así como necesitamos una revisión médica después de una cirugía para asegurar que todo salió en orden, así como necesitamos un anillo de matrimonio como símbolo de alianza, del mismo modo necesitábamos una Iglesia con símbolos visibles, con sacramentos tangibles, una Iglesia guiada y sostenida por el Papa.

Desde que la Iglesia Católica fue instituida, desde sus primeros días, los apóstoles reconocían a Pedro como aquel a quien Cristo había dado la primicia, imaginarnos una Iglesia sin Papa es como imaginar el sistema solar sin sol. Si desde el comienzo cada apóstol hubiese cogido por su lado sin sentirse vinculado a Pedro, si cada obispo que fuese ordenado desde ese momento hubiese olvidado al Papa, hoy en día no podríamos hablar de “una Santa, Católica y Apostólica” sino muchas santas, católicas y apostólicas. 


No tendríamos la tranquilidad de estar siguiendo al vicario de Cristo, no sabríamos si las enseñanzas de la Iglesia están o no libres de corrupción. Cristo mismo quiso que el Espíritu Santo, Motor y Guía de la Iglesia, inspirara al Papa en sus decisiones de Fe y Moral concernientes a la Iglesia Universal. 


Sin el Papa, la Iglesia Católica se habría derrumbado hacía tiempo. El obispo de Roma es la gravedad en la Iglesia, no puedes alejarte de la verdad sin sentir esa fuerza que vuelve a jalarte a ella. Para vivir la fe en forma, decía un sacerdote, es necesario tener un ojo en el cielo y otro en Roma.


 Cabe entonces preguntarnos: ¿Puede el Papa decepcionarnos? Como ser humano, ciertamente puede, como maestro, guía y núcleo jamás podría. Puede extrañarnos y entristecernos enterarnos de escándalos en viejos papados, pero no debemos olvidar que el Papa, al igual que cualquiera de nosotros, es un ser humano, come, duerme, sufre y peca.  Sin embargo, nada de esto lo hace menos infalible.  Por más escándalo que genere una enseñanza del Papa al mundo, a nosotros cristianos comprometidos jamás deberá desalentarnos, es nuestro deber a Cristo confiar en el Papa, escuchar su enseñanzas, seguir sus mandatos, velar por sus intenciones y abrazar sus peticiones. 


No es Karol Wojtyla, no es Joseph Ratzinger, es el sucesor de Pedro, “y donde está Pedro ahí está la Iglesia".

miércoles, 25 de julio de 2012

Perdiendo el Rumbo

Por Juan Camilo Ibáñez

Dejamos que el tiempo transcurra en nuestras vidas de una forma cada vez más clandestina. Preguntándonos día a día la razón de nuestro existir, pero ignorando que nuestra razón es el existir. Nos vemos inmersos en bromas y tragedias ajenas y poco a poco dejamos de vivir nuestra propia vida.

Seguimos los parámetros que nos establecen y olvidamos nuestros propios parámetros. Nos volvemos un zombi más, un títere más de una sociedad que se va alienando sin prestar resistencia.

Nunca tenemos tiempo para nada, pero siempre buscamos ocupar nuestro tiempo libre, y es en este punto, que nuestra vida se vuelve una paradoja, pues  nuestro autoestima ya no nos pertenece, este se ha convertido en un término relativo que es moldeado por aquellos a quienes consideramos “ídolos” y a veces simplemente amigos. No queremos ser títeres pero nosotros mismos nos amarramos las cuerdas.

Durante siglos hemos luchado por la libertad, y hoy somos esclavos de nuestra rutina.

Cada vez tenemos herramientas más sofisticadas para ver las estrellas, y sin embargo, cada día nos alejamos más de ellas. Del mismo modo las ciudades se agrandan, pero nuestros espacios se achican. Cada día conocemos más gente y hacemos mas amigos pero cada día nos sentimos más solos, agrandando cada vez más nuestro propio vacío. Viviendo un presente nublado  con odio y amargura por nuestros errores del pasado.

Confundimos amor con sexo. Sueños con ideas. Oraciones con peticiones. Amistad con necesidad. Hemos olvidado el perdón, la esperanza y el cariño.

Para un día despertarnos y darnos cuenta que nos encontramos en el tramo final, y descubrir que no fuimos más que un espectador en nuestras vidas.

Nuestra existencia debe ser como una estrella fugaz, un hermoso y breve instante en el tiempo en el que el cielo se ilumina.

2008-09-07




¿Cómo diseñar sistemas productivos que respeten la dignidad del ser humano?


Desde el comienzo de la humanidad, desde que el primer hombre sostuvo en sus manos lo que hoy en día categorizamos como un bien. Desde que se realizó el primer trueque, la primera venta, el primer préstamo e incluso el primer robo. Desde que el individuo se hizo consiente de la necesidad que tenía de sobrevivir y prosperar y empezó a utilizar todo su ingenio en este propósito, desde este mismo momento la humanidad empezó a verse involucrada en los primeros sistemas productivos.

Qué curioso resulta mirar a nuestros antepasados y descubrir como la esencia de aquellos primeros modelos económicos es la misma que hoy en día nos rige. Sin embargo, no buscaremos con este ensayo diseñar un modelo económico que respete la dignidad del ser humano, buscaremos en realidad plantear o más bien recordar cuales son aquellos aspectos que deben tenerse en cuenta al hacer un sistema productivo para asegurar o al menos facilitar que sean respetuosos y sobretodo beneficiosos con la dignidad humana; pues no basta con limitarnos a cumplir con aquello que nos exige el mundo, con aquello que nos exigen las leyes, debemos cumplirlas pero además debemos exigirnos para sobrepasarlas.

Siguiendo por esta línea, entonces, sería prudente preguntarnos acerca de algunos aspectos fundamentales de los distintos modelos económicos que existen hoy en día y que nos servirán para continuar con el objetivo principal de este ensayo.

En primera instancia, tratemos el tema de la propiedad privada, la privatización de los bienes. ¿Es la propiedad privada una manifestación de la riqueza? ¿Podríamos decir hoy en día que la propiedad privada no hace más que aumentar la brecha existente entre la riqueza y la pobreza? ¿Delimitarla más, tal vez? Personalmente creo que la forma en que la propiedad privada ha sido planteada no es la mejor, no se trata de privatizar todos los bienes de modo que los que no tienen, jamás tengan y los que tienen, tengan cada día más. Pero por otro lado también es cierta aquella célebre frase de Cervantes: “Lo que nada vale aun menos lo estimamos” y también el hecho de que los bienes propios se utilizan mejor que la propiedad común, basta la simple imagen de una fuente de un parque público contrastada con una fuente en un conjunto residencial, para fortalecer esta afirmación.
En mi opinión, el punto medio en esta discusión lo ha alcanzado Santo Tomás de Aquino al afirmar que la mayor preocupación no debe radicar en la existencia o inexistencia de los bienes, sino en la forma en que estos son administrados.

Otro tema que suele surgir con base a esto es el precio justo de los bienes. Adam Smith con su Mano Invisible, aseguraba que el Mercado se regularía solo, y este modelo suele ir de la mano, al menos en muchos aspectos, con lo que varios autores, ecónomos, filósofos, matemáticos, en fin, plantean respecto a la regulación del precio justo de los bienes: “El usuario debe ser quien ponga el precio justo del bien”. De modo que en este sentido podemos dejar la discusión de este tamaño y no entrar en detalles.

¿Cuál es el problema entonces con los modelos económicos de hoy en día? En definitiva, el inminente fracaso que demuestran ser. Basta recordar la desmesurada cifra de decenas de millones de personas que murieron bajo la Rusia socialista del siglo XX o hacer un sondeo por la Cuba comunista de nuestros días para ver el fracaso del modelo económico de Marx, inclusive ver las migraciones por la inseguridad económica y social de nuestros hermanos venezolanos. Sin embargo, basta también con recordar las cifras publicadas por el Banco Mundial en el 20111 para descubrir que el sistema económico en el que hoy en día vivimos también ha fracasado.  Tal vez, la mayor diferencia existente entre la una y la otra es que mientras que una asegura la libertad la otra no lo hace, faltaría lograr llegar a que uno de estos sistemas económicos y democráticos aseguren también la paz.

Es curioso como casi 45 años después de su encíclica Populorum Progressio2, el llamado de Pablo VI a desarrollar sistemas económicos y democráticos que llevaran a los pueblos a salir del hambre, la miseria, las enfermedades endémicas y el analfabetismo, sigue siendo urgente, alarmante y aún está pendiente. Muchas veces lo único que hace falta es que alguien levante la vista y diga aquello que todos ya sabemos: ¡Miren, el emperador está desnudo! (Hans Andersen, 2002).

¿Cuál ha de ser entonces la preocupación de la humanidad en el momento de idear un nuevo sistema productivo? Si pudiéramos definir el propósito de un sistema productivo en la mente del ser humano hoy en día, en términos generales nos encontraríamos con que está fundamentado en el simple desarrollo económico; sin embargo, L. J. Lebret escribió muy sabiamente: “Nosotros no aceptamos la separación de la economía de lo humano, el desarrollo de las civilizaciones en que está inscrito. Lo que cuenta para nosotros es el hombre, cada hombre, cada agrupación de hombres, hasta la humanidad entera”  (LJ Lebert, 1961). Parece en algunos sentidos como si el hombre hubiese olvidado que la economía se encuentra a su servicio y no esté en servicio de la economía.

Benedicto XVI, quien además de ser el guía espiritual de más de mil millones de personas alrededor del mundo es una de las mentes más brillantes y estudiadas de Europa, asegura en su Encíclica Caritas in Veritate3 que “Las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material. Nos invito a buscarlas en otras dimensiones del hombre. Ante todo en la voluntad, que con frecuencia se desentiende de los deberes de la solidaridad. Después del pensamiento, que no siempre sabe orientar adecuadamente el deseo. (…) más importante aún que la falta de pensamiento es la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos”.

Que increíble análisis resulta ser el anteriormente citado, podemos decir que, a grandes rasgos, un verdadero sistema productivo se genera cuando está dedicado al servicio de la humanidad, de aquí que dijéramos al comienzo de este ensayo que no basta con simplemente cumplir las expectativas. Me gustaría poner un caso que ilustre mejor este punto. En 1997 y con 6 años de edad, Ryan Hreljac logró reunir dos mil dólares para abrir un pozo de agua en África que más adelante llevaría a la creación de la Fundación Ryan’s Well Fundation, cuyo único propósito es librar a África de la sed. Es increíble como aparece este sueño, en un mundo olvidado de la filantropía y la caridad, con una bandera clara: No importa lo que hagas, hazlo para servir a los demás.

En una humanidad en la que siempre existirá la pobreza, no debemos preocuparnos tanto del cómo erradicarla, después de todo la pobreza no es indigna; la miseria si lo es, lo que realmente debemos buscar es la forma de una convivencia pacífica y armoniosa, la búsqueda de la solidaridad y la reciprocidad, de los actos desinteresados y la búsqueda del bien común. La película La Misión4 de Roland Joffé muestra, aunque con ciertas fallas históricas, las misiones Jesuitas en el Paraguay, y la forma en que, a través de todas las virtudes mencionadas anteriormente y otras tantas, una cultura puede vivir de forma armoniosa y en la continua búsqueda del bien común esta es la verdadera productividad.

No debemos pensar que ya nos encontramos consumidos por el mundo, por el pensamiento de este, aquellos que se han entregado completamente a una causa justa que ha beneficiado a los demás, son aquellos que hoy en día son recordados como verdaderos héroes, como hombres y mujeres dignos de la humanidad que son y representan.

Aristóteles asegura que el hombre es un ser social por naturaleza y el Catecismo de la Iglesia Católica5 nos recuerda la capacidad de conocer y amar, que tiene el ser humano, estas dos cualidades unidas nos demuestran como el ser humano al servir a los demás no solo está cumpliendo su vocación con el mundo sino consigo mismo. En el servir y amar a los demás está la verdadera plenitud del ser. Muy bien lo dijo la Madre Teresa de Calcuta: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.

En 1954 y como parte de la literatura de postguerra, William Golding escribió el Señor de las Moscas, novela que sería considerada por la mayoría de los críticos literarios como una novela distópica, es decir como una utopía que va en contra de lo que se plantea como una sociedad ideal. Sin embargo, al considerar la hipótesis de una sociedad barbárica que propone esta novela y contraponerla con las hipótesis planteadas por Daniel Defoe y Julio Verne en sus novelas Robinson Crusoe y La Isla Misteriosa, nos sentimos más atraídos a vivir en el Palacio de Granito6 que a morir aplastados por una roca y ser perseguidos para ser cazados.7

La bondad es una característica del ser humano, es una característica que, como toda virtud, da plenitud al ser humano y lo potencia en todas sus dimensiones. Del mismo modo que no se puede hablar del ser humano sin hacer un análisis integral (espiritual, humano, intelectual y físico) no se debería hablar de un sistema productivo que afecte a aquellos para los que fue creado. Bien lo dijo Alejandro Dumas: “No estimes el dinero en más ni en menos de lo que vale, porque es un buen siervo y un mal amo”.

Hasta ahora no hemos hecho más que señalar algunos de los ejemplos históricos y ficticios en los que se ha combinado un sistema productivo con el beneficio a la humanidad y del mismo modo hemos resaltado algunas de las características fundamentales necesarias para crear sistemas productivos que sean beneficiosos al ser humano.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta cómo aplicar esto en sistemas productivos que funcionen hoy en día. Enrique de la Rosa, CEO de Redeban Multicolor, planteo un concepto fundamental en el momento de manejar una empresa: “Si una persona a alcanzado un puesto es porque se espera que cumpla con esas especificaciones, que sea responsable con su trabajo, y esto solo sucede cuando la persona conoce con precisión lo que debe hacer”.
Fernando Molano, CEO de Pfizer Colombia, asegura que: “El respeto por la gente es primordial, es algo que se debe vivir más que decir desde los jefes y gerentes hasta los empleados”.

Toda empresa debe ser dirigida con respeto, la gente es lo más valioso que tiene la empresa. Cada persona debe estar feliz en su puesto de trabajo, debe sentirse en un ambiente familiar, esto se verá reflejado en los resultados es un concepto de ganar-ganar por el que toda empresa debería optar.

Existen empresas que tienen planes de desarrollo individual. De este modo, una persona que llega a un nuevo puesto de trabajo no se ve estancada, no se sienta a esperar décadas a jubilarse. Estos planes aseguran el continuo progreso de los empleados y de la empresa. Un empleado que reconoce en su empresa una palanca para superar debilidades y potenciar habilidades, es un empleado que estará dispuesto a dar el 100% por su empresa. Esto es un verdadero sistema productivo.

Cuando un presidente, o un gerente se interesa por sus empleados, cuando un empleado no es visto como un simple generador de dinero, cuando se genera una preocupación genuina por la persona, en este momento se están generando sistemas productivos que respetan la dignidad humana.

No hace falta más que hacer un breve sondeo por el movimiento de las empresas nacionales e internacionales y descubrir que este movimiento está dirigido a los tres focos anteriormente señalados y que son un factor común y necesario: sostenibilidad y productividad empresarial, enfoques de carácter social y humanitario y por supuesto con una conciencia ecológica (vale la pena resaltar que ecología y ecologismo no son lo mismo). Una empresa que no tenga estos tres aspectos o estos tres pilares presentes en su misión, visión y desarrollo es una empresa que está condenada al fracaso, condenada, realmente, a la autodestrucción.

Debe ser nuestra labor diaria, especialmente la de aquellos que están encaminados a dirigir instituciones y regiones, crear, mejorar y potenciar sistemas productivos que realmente potencien el desarrollo del ser humano. Como dijimos al comienzo, este no es un ensayo que busque diseñar el sistema productivo perfecto, pero si estimular la creación de sistemas productivos que busquen la perfección, una perfección basada en el beneficio económico, la solidaridad y fraternidad, y la sensibilidad medioambiental.

“Estoy absolutamente convencido que ninguna riqueza del mundo puede ayudar a que progrese la humanidad. El mundo necesita paz permanente y buena voluntad perdurable.”
                                                                                                                        -Albert Einstein


Lista de Referentes:

1.    "Improving the Odds of Achieving the MDGs”. Global Monitoring Report 2011.
4.    "The Mission”. http://www.imdb.com/title/tt0091530/. Octubre 23 del 2011. 6:21 p.m.
5.    "Catecismo de la Iglesia Católica”. Ed. Liberia Juan Pablo II. 1992.
6.    "La Isla Misteriosa”. VERNE, Julio. Ed. Selección Aventura. 2001.
7.    "El Señor de las Moscas”. Golding, William. Ed. Alianza editorial. 2006.
8.    "Cuentos Fantásticos y de Animales”. ANDERSEN, Hans Christian. Ed. Edimat. 2002.
10. "Concrete dynamic development”. LEBRET, Louis-Joseph. Paris, Economy y humanism. Ed. Ouvriéres. 1961.
11. "El gran libro de las citas y frases célebres”. DE BENITO, José Ignacio. 2007.
12. "Fábulas de la Fontaine”. LA FONTAINE, Jean. 1966.
14. "La Isla Misteriosa”. VERNE, Julio. Ed. Selección Aventura. 2001.
16. "Planeta Azul (No verde). Klaus, Václav. Ed. Gota a Gota. 2007.
17. "Robinson Crusoe”. DEFOE, Daniel. Ed. Edimat. 2002.
18. "Ryan’s Well Fundation”. http://www.ryanswell.ca/. Octubre 23 del 2011. 6:29 p.m.

¿Cuánto vale un Alma?

           Inspirado en el sermón del Santo Cura de Ars: “Sobre las lagrimas de  
          Jesucristo”


Al entrar Jesucristo en la ciudad de Jerusalén, lloró sobre ella, diciendo: “Si conocieses, al menos, las gracias que vengo a ofrecerte y quisieses aprovecharte de ellas, podrías recibir aun el perdón; mas no, tu ceguera ha llegado a un tal exceso, que todas estas gracias solo van a servirte para endurecerte y precipitar tu desgracia; has asesinado a los profetas y dado muerte a los hijos de Dios; ahora vas a poner el colmo en aquellos crímenes dando muerte al mismo Hijo de Dios”. Como derrama Sus lágrimas Nuestro Señor al presenciar a sus hijos a los que en ese momento habitaban Jerusalén y a las generaciones que vendrían más adelante, totalmente corrompidos por el pecado, sus almas perdidas, devastadas, muertas. Sus lágrimas nos recuerdan la grandeza de Su Sacrificio, su muerte habría servido para salvar miles y miles de mundos como este en el que habitamos, y sin embargo la gran mayoría de los hombres habrían de perderse.

¿Qué valor tiene nuestra alma? ¿Qué valor tiene para que merezca las lágrimas de Dios? En el principio, nos dice el Génesis, Dios creó el universo, el mundo y todo cuanto en él habita, y para esto le basto una frase. Y sin embargo, para rescatar nuestra alma de la muerte que le trajo el pecado fue necesario que muriera, ¡y de qué forma tuvo que morir!

Si miramos a nuestro alrededor, podemos contemplar desde lo más pequeño que existe, desde el microorganismo más insignificante hasta la más sorprendente constelación, todo, absolutamente todo ha sido creado para el alma. Es tan hermosa el alma que el catecismo nos enseña que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios, es decir que tiene la capacidad de conocer, amar y determinarse libremente en todas sus acciones. Esto es el mayor elogio de las cualidades con que Dios ha hermoseado nuestra alma, creada por las tres Personas de la Santísima Trinidad, a su imagen y semejanza. Un espíritu, como Dios, eterno en lo futuro, capaz, en cuanto es posible a una criatura, de conocer todas las bellezas y perfecciones de Dios; un alma que es objeto de las complacencias de las tres divinas Personas un alma que puede glorificar a Dios en todas sus acciones; un alma, cuya ocupación toda será cantar las alabanzas de Dios durante la eternidad; un alma que aparecerá radiante con la felicidad que del mismo Dios procede; un alma cuyas acciones son tan libres que puede dar su amistad o su amor a quien le plazca: puede amar a Dios o dejar de amarle; más, si tiene la dicha de dirigir su amor hacia Dios, ya no es ella quien obedece a Dios, sino el mismo Dios quien parece complacerse en hacer la voluntad de aquella alma. (Salmo 145)
Nuestra alma es tan hermosa, tan exquisita que nada en este mundo puede realmente llenarla, nada en este mundo puede satisfacerla. En lo más profundo de nuestro corazón, en el momento mismo de en que fuimos creados, en nuestra alma fue escrita la necesidad de volver a Dios, y como dice San Agustín: “Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Es tan preciosa nuestra alma que Nuestro Señor no encontró alimento más digno de está que Su mismo Cuerpo y Su misma Sangre para que fuesen su pan y bebidas cotidianos. Nos dice San Ambrosio que aunque solo hubiese un alma, tu alma, mi alma, Dios no habría creído demasiado morir por esa única alma. Santa Teresa nos decía también que un alma le es tan agradable a Dios que sí no hubiese existido el cielo, lo habría creado por solo un alma.

Ahora pensemos nuevamente si Dios, perfecto conocedor de sus meritos, llora tan amargamente la pérdida de un alma, ¿cuánto no debemos hacer nosotros para salvar un alma?, ¿cuánto no debemos hacer para conservar todas sus bellezas? Innumerables ejemplos de santos que aceptaron sufrimientos a fin de conservar digna su alma del cielo como lo es el de San Juan Maria Vianney, quien entendiendo la gravedad del pecado desde muy chico se propuso fuertemente nunca más pecar desde el bautismo y con una impecable perseverancia, constancia y continua negación de si mismo logró alcanzar la salvación y la santidad.

Que alegría tan grande puede resultar para cualquiera de nosotros comprender el valor de un alma, comprender que el mismo Dios ha hecho cuanto es posible para procurar la felicidad de una criatura al “dar la vida por [nosotros] sus amigos”. Su diligencia al bajar del cielo para tomar un cuerpo semejante al nuestro; desponsámdose con nuestra naturaleza, se ha desposado con todas nuestras miserias, excepto el pecado; o mejor, ha querido cargar sobre sí toda la justicia que su Padre pedía de nosotros. Que conmovedor resulta contemplarlo vulnerable en su cuna, sumergido en la pobreza: por nosotros nace en un establo, me parece ver sus lagrimas, su llanto desde su cuna donde lamenta de antemano nuestros pecados; la sangre que sale de sus venas en el momento de la circuncisión; su huída a Egipto como un criminal; su humildad y sumisión ante sus padres. Hace falta contemplarlo en Getsemaní, gimiendo y orando y derramando lagrimas de sangre; preso, atado y agarrotado, arrojado en tierra, maltratado con los pies y a palos por sus propios hijos; atado a la columna, cubierto de sangre; su pobre cuerpo ha recibido tantos golpes, la sangre corre con tanta abundancia que sus verdugos quedan cubiertos con ella; Su corona de espinas atravesando su santa y sagrada cabeza; cargando la cruz a cuestas caminando a la montaña del Calvario; cada paso, una caída; clavado en la cruz, sobre la cual se ha tendido Él mismo, sin que de su boca salga la menor palabra de queja. Y una vez más corren sus lagrimas por sus mejillas, ¡esas preciosas lagrimas de amor que derrama en su agonía, mezclándose con su sangre adorable! ¡Es realmente digno de un Dios que es en sí todo amor!

¿No es suficiente esto para entender los cuidados que debemos tener con nuestra alma? ¿No estaríamos dispuestos, de ser necesario, nosotros mismos a sufrir como sufrió Jesús por nuestra propia alma? Que preciosa, que preciada es un alma ante los ojos de Dios, cuando esta se encuentra en Gracia, sin embargo, cuando esta está en pecado resulta ser la más espantosa imagen. Sin embargo, ya Jesús sabría que esto pasaría y fue por esto que decidió instituir una religión en este mundo, una Iglesia que administraría Sus Sacramentos y rescataría a las almas caídas en pecado o bien para fortalecerlas en las luchas que deben sostener.

Que amor tan grande el que nos ha manifestado Dios al instituir los Sacramentos. Un alma caída en pecado, habiendo perdido todo su esplendor y belleza es tomada en las manos de Dios con la más filial ternura, Él estaría dispuesto a morir nuevamente para que esa alma se salve, para que recupere su belleza y su esplendor, para que vuelva a ser imagen y semejanza de Él mismo. Este es justamente el sentido de la confesión. Que hermosa resulta un alma arrepentida ante los ojos de Dios, quien en su infinita bondad está dispuesto a perdonar esa alma para volver a deleitarse con su belleza al estar en Su Gracia.

El sentido de nuestra vida radica en buscar hacer la Voluntad de Dios, cuanto no se alegraría nuestra alma si pudiese agradar a su Creador. Nuestra alma, al estar en Gracia, resulta ser un verdadero deleite para Dios, si lográsemos conservar nuestra alma impecable, si a la vista de cada pequeño detalle que pudiese llegar a dañarla nos apartáramos atemorizados de dañarla, de opacarla o de quitarle así sea en la más mínima medida su belleza. Si de ser el caso llegásemos a pecar, y nuestra alma herida y frágil perdiese el estado de Gracia, ¿con cuanta diligencia no buscaríamos cuanto antes a un confesor que nos permita pedirle perdón a Nuestro Señor y recuperar una vez más la magnificencia de nuestra alma?