Translate

miércoles, 27 de febrero de 2013

Going Off Track


By Juan Ibanez 

We let time pass in our lives more surreptitiously every day. We ask ourselves for a reason to live or even to exist. We are immersed in other’s jokes and tragedies and we stop living our own lives.

We follow the parameters established for us and we forget about our own parameters. We become one more zombie, one more puppet of a society that alienates itself without struggling.

We never have time to do anything anymore, but we always have our spare time occupied, and is it at this very instant when our lives become a paradox, because our self-esteem does not belong to us anymore, it has become a relative term that is shaped by those who we consider to be our idols and sometimes simply by our friends. We do not like to become puppets, but we are the ones that tie the strings to ourselves.

During centuries we have fought for our freedom, and today we find ourselves enslaved in our routines.

Each day we have more sophisticated instruments to explore the stars in the sky, however each day they are more distant. In the same fashion, cities grow more each day, and our personal space shrinks. Each day we get to know more people and we make more friends, but we feel lonelier, increasing our own emptiness. We live the present moment with clouds of hate and spite, because of our past mistakes.

We confuse love with sex. Dreams with ideas. Prayers with requests. Friendship with need. We have forgotten forgiveness, hope and affection.

We will wake up some day to find ourselves in the last stretch of our lives and to come to realize that we have been only a spectator in our own life.

Our existence should be like a shooting star, a beautiful instant when the heavens shine.

El Peso del Poder


Por Juan Camilo Ibáñez

El gran problema de nuestro mundo es que concedemos el poder a personas que no lo merecen.

Aún si su inteligencia estuviera por encima de la media y tuvieran miles de estudios y abundante conocimiento, si gobiernan pensando si mismos de nada sirve. Si su elocuencia deleitara auditorios y sus palabras movieran multitudes, si sus acciones no favorecen al pueblo nada son.

No es una cuestión de capacidades intelectuales o políticas, aunque es vital que las tengan. No han de bastarnos sus ideas y sus palabras, aunque necesitamos conocerlas. Son sus acciones, dirigidas y enfocadas al bien de la gente las que debemos respetar, buscar y votar.

Un gobernante ha de buscar siempre el beneficio del pueblo antes que su propio beneficio. Ha de buscar el bienestar del pueblo antes que su propio bienestar. Si logra esto descubrirá que el bien del pueblo se convertirá en su propio bien.

Los emperadores romanos ocultaban los problemas del pueblo detrás del “pan y del circo”, pequeños regalos que lejos de suplir las necesidades del pueblo las tapaban con polvo, pequeños regalos llamativos que pretendían mostrar que todo estaba bien.

El gran problema de esto es que el ser humano pierde su dignidad. Los que prometen y no cumplen se ven favorecidos por los que cumplen sin prometer, que sufren día y noche por pagar impuestos.

¿Quién se beneficia de esto? ¿El país que pierde millones de pesos en demandas, tutelas y trancones? ¿El Gobierno que día a día desprestigia su imagen y genera descontento? ¿El pueblo que trabaja día y noche esperando alcanzar una mejor calidad de vida sin lograrlo realmente? NO. Los únicos beneficiados son los corruptos, ladrones y egoístas que por un beneficio económico, político o social temporal están dispuestos a decepcionar a sus votantes.

“Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella”
-Joan Baez

martes, 26 de febrero de 2013

El Óxido del Ocio


Por Juan Camilo Ibáñez

"La oxidación por falta de uso gasta mucho más las herramientas que el propio trabajo"
-Benjamin Franklin 

Parece que el tiempo no alcanzara para nada, y sin embargo desechamos nuestro tiempo libre. Los hobbies hoy en día son un recuerdo de los gustos de la infancia y en su lugar se ha posicionado el ocio.

El estudio y el trabajo se presentan como los grandes enemigos de nuestro tiempo. Luchamos por evitarlos. Viajamos para alejarnos. Tememos al enfrentarlos.

Queremos los frutos sin el esfuerzo. Ser sabios sin pensar. Cultos sin leer. Interesantes sin aprender. Esperamos que el dinero llegue por un premio o en un tiempo por herencia, esperamos que el éxito llegue por un golpe de suerte, y que la fama surja como un reconocimiento natural de la sociedad a nuestros “talentos” que durante tanto tiempo han pasado ocultos.

Solo el esfuerzo y el trabajo hacen valorar lo que se tiene. Solo la perseverancia logra mantener lo que se ha adquirido. Solo la generosidad permite ayudar a otros a cumplir sus metas. Y todas estas combinadas llevan a la verdadera riqueza, el justo éxito y la sana fama.


viernes, 22 de febrero de 2013

Mi Viejo Yo




Por Juan Camilo Ibáñez
“Si quieres paz prepárate para la guerra”
-Vegecio

Lejos de armas y de espadas, lejos de peleas y malentendidos, lejos de conflictos entre países y pugnas entre mandatarios, hay una guerra que se libra dentro de nosotros.

Es como si nuestro interior se dividiera en dos entre lo que sabemos que debemos hacer y lo que queremos hacer. Nuestro sentido común enfrentándose a nuestra pereza. Nuestra inteligencia enfrentándose a nuestra emoción. Nuestra conciencia enfrentándose a nuestras pasiones. 

Es una lucha que comenzamos a librar en el momento que decidimos hacer algo o, mejor aun, ser algo. Luchamos por romper la inercia de nuestra rutina, por transformar nuestros vicios en virtudes, por que nuestro actuar y nuestro pensar se fundan en uno.

Es una lucha entre mi viejo yo y el yo que quiero ser. Sin embargo, ese viejo yo lucha por existir, se debate a muerte por lograrlo. Lo sentimos apaciguarse y volver. Dormirse y rugir. Hay veces, inclusive, en que el viejo yo parece haber vuelto del todo.

Pero una vez nuestra mente y nuestro corazón se han unido nada nos dejará tranquilos hasta que no logremos actuar como pensamos. Y si lo único que se interpone es ese viejo yo, ¡prepárate para la guerra!

martes, 19 de febrero de 2013

Llama Encendida



Por Juan Camilo Ibáñez
 
Qué curioso es el fuego.

Pudimos haber conocido el fuego en el momento en que nacimos y sin embargo seguir pasando horas cautivados mirando como arde, como esas llamas consumen lentamente la leña. Inquietas, vivas, poderosas.

Hay llamas débiles que se apagan con una pequeña brisa. Como un fósforo que se dejó descuidado o se prendió sin ser protegido.

Hay otras llamas que surgen suavemente. Y es necesario tener paciencia y solo crecen cuando se les ponen pequeños detalles que hacen que poco a poco arda.

Hay algunas llamas que generan incendios. Que el viento no las apaga sino que las potencia y las propaga. Que crecen imponentes quemando todo a su alrededor.

 Pero hay algo que tienen en común los tres tipos de llama. Si no tienen combustible la llama morirá. Hay llamas que mueren casi tan rápido como surgieron, pero hay otras que parece que nunca morirán.

Ese tronco que entra en el fuego y se ve abrazado por las llamas ha de sufrir mucho. Primero se pondrá negro y crujirá. Luego se calentará y se carbonizará. Hasta que finalmente, después de un tiempo, ese tronco será fuego.

“El amor es como una amistad atrapada en el fuego. Al comienzo la llama, muy bonita, caliente y feroz, pero sigue siendo una luz parpadeante. A medida que crece el amor, nuestros corazones maduros se convierten en carbón, ardiendo profundamente sin nunca apagarse”

-Bruce Lee

jueves, 14 de febrero de 2013

Un Buen Propósito


Por Juan Camilo Ibáñez

Hay momentos en que debemos tomar una pausa. Simplemente sentarnos y pensar, recordar, reflexionar, analizar, juzgar. Momentos en que debemos poner nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos sobre la mesa y revisarlos profundamente. Hay momentos en que necesitamos ser nuestros propios jueces y atacarnos como nuestro peor enemigo.

Con el paso del tiempo vamos descubriendo tantas cosas que no nos gustan de nosotros, cosas que nos dan vergüenza, cosas que afectan a los demás, cosas que, incluso, nos afectan a nosotros mismos. No importa cuán pequeños resulten estos detalles, debemos asegurarnos de irlos eliminando.

Supongamos que un cohete se está preparando para un viaje a la luna. Sin embargo, la trayectoria ha errado por medio grado. Esto, en el comienzo del viaje, resulta insignificante, casi pasa desapercibido. No obstante, a medida que va avanzando el cohete esta falla comienza a hacerse cada vez más notoria hasta que, llega un punto, en que el cohete se encuentra apuntando a un destino completamente diferente a la luna.

En nuestra vida sucede lo mismo, si nos desviamos un poco, si tenemos un pequeño defecto, y decidimos dejarlo pasar esa desviación se hará completamente perceptible en unos años. Ese defecto crecerá y se alimentará e incluso desarrollará nuevos defectos.

La mejor forma de atacar defectos o vicios es formando hábitos. Y para adquirir un buen hábito es necesario repetir una buena acción de forma paulatina. Por ejemplo, si un gran defecto que tengo es criticar a la gente, un buen hábito es que por cada crítica realizada me obligue a mí mismo a realizar tres comentarios buenos sobre esa persona. Al cabo del tiempo inevitablemente dejaré de criticar, así sea solo por el aburrimiento de tener que pensar tres cosas buenas.

Siempre es un buen momento para empezar. Y dicen que formar un hábito toma 40 días. ¿Por qué no ahora?

“Si todos los años extirpáramos un vicio, pronto legaríamos a ser hombres perfectos”
-Thomas de Kempis

viernes, 8 de febrero de 2013

Sobre la Esperanza

Por Juan Camilo Ibáñez

"Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano."
-Martin Luther King


Nada se arraiga con tanta fuerza en el corazón de una persona como la esperanza. Nada consuela al frustrado y da aliento al cansado, nada sostiene en el agobio y tranquiliza en la tempestad como la esperanza.

Lo único que mantiene al justo luchando es saber que habrá justicia. Lo único que mantiene al sabio aconsejando es saber que habrá mejora.  Lo único que mantiene al bueno ayudando es saber que habrá felicidad. Lo único que nos mantiene caminando es saber que habrá camino.

Cuando el tiempo se hace notar y ya todos se han ido. Cuando la salud está ausente y la agonía se hace presente. Cuando el túnel se hace oscuro y estrecho y solo se ve una pequeña luz... ¿A quién le negarás la esperanza?




jueves, 7 de febrero de 2013

Sembrando Semillas

Por Juan Camilo Ibáñez

“Cualquiera sabe cuántas semillas tiene una manzana, sólo Dios sabe cuántas manzanas tiene una semilla.”
-Anónimo

Si tomamos una semilla en nuestras manos, bastaría apretar para destruirla. Si por un segundo nos descuidáramos, podríamos arriesgarnos a perderla para siempre. Si nos sentimos ajenos a ella, jamás será sembrada y quedará siendo, para siempre, solamente una semilla.

Algunas semillas son sembradas con descuido, caen a tierra árida o simplemente son olvidadas y mueren. He ahí un árbol que nunca adornará el jardín. He ahí un árbol que nunca dará fruto.

Otras semillas se siembran sin pensar a futuro. No se limpia la tierra, no se quitan las sombras, no se fumiga alrededor. Estas terminan devoradas por gusanos, o mueren después de crecer por falta de nutrientes o víctimas de la oscuridad.

Cuando una semilla empieza a crecer busca la luz. Pero si no encontrara la fuerza en sus nutrientes, si sus raíces no se aferraran fuertemente y si no recibiera agua frecuentemente jamás podría crecer para alcanzar la luz.

Cuando por fin empieza a crecer esta semilla, y de un pequeño retoño se perfila un árbol, cuando todo obstáculo parece superado aparece un momento muy difícil, un momento que incluso parecería antinatural y contraproducente, pero para que un árbol crezca fuerte debe perder esas ramas que no necesita, esas ramas que no le permiten crecer, es necesario podar el árbol.

Luego de mucho tiempo y mucho cuidado, esa vieja semilla da fruto, y la historia se repetirá cientos de veces, y cientos de semillas se jugarán su futuro y dependerán de alguien que las cuide y las siembre.

De todo lo que conozco en el mundo, nada hay más parecido al ser humano que una semilla.