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martes, 19 de febrero de 2013

Llama Encendida



Por Juan Camilo Ibáñez
 
Qué curioso es el fuego.

Pudimos haber conocido el fuego en el momento en que nacimos y sin embargo seguir pasando horas cautivados mirando como arde, como esas llamas consumen lentamente la leña. Inquietas, vivas, poderosas.

Hay llamas débiles que se apagan con una pequeña brisa. Como un fósforo que se dejó descuidado o se prendió sin ser protegido.

Hay otras llamas que surgen suavemente. Y es necesario tener paciencia y solo crecen cuando se les ponen pequeños detalles que hacen que poco a poco arda.

Hay algunas llamas que generan incendios. Que el viento no las apaga sino que las potencia y las propaga. Que crecen imponentes quemando todo a su alrededor.

 Pero hay algo que tienen en común los tres tipos de llama. Si no tienen combustible la llama morirá. Hay llamas que mueren casi tan rápido como surgieron, pero hay otras que parece que nunca morirán.

Ese tronco que entra en el fuego y se ve abrazado por las llamas ha de sufrir mucho. Primero se pondrá negro y crujirá. Luego se calentará y se carbonizará. Hasta que finalmente, después de un tiempo, ese tronco será fuego.

“El amor es como una amistad atrapada en el fuego. Al comienzo la llama, muy bonita, caliente y feroz, pero sigue siendo una luz parpadeante. A medida que crece el amor, nuestros corazones maduros se convierten en carbón, ardiendo profundamente sin nunca apagarse”

-Bruce Lee

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