Por Juan Camilo Ibáñez
Hay momentos en que debemos tomar una pausa. Simplemente sentarnos y pensar, recordar, reflexionar, analizar, juzgar. Momentos en que debemos poner nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos sobre la mesa y revisarlos profundamente. Hay momentos en que necesitamos ser nuestros propios jueces y atacarnos como nuestro peor enemigo.
Hay momentos en que debemos tomar una pausa. Simplemente sentarnos y pensar, recordar, reflexionar, analizar, juzgar. Momentos en que debemos poner nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos sobre la mesa y revisarlos profundamente. Hay momentos en que necesitamos ser nuestros propios jueces y atacarnos como nuestro peor enemigo.
Con
el paso del tiempo vamos descubriendo tantas cosas que no nos gustan de
nosotros, cosas que nos dan vergüenza, cosas que afectan a los demás, cosas
que, incluso, nos afectan a nosotros mismos. No importa cuán pequeños resulten
estos detalles, debemos asegurarnos de irlos eliminando.
Supongamos
que un cohete se está preparando para un viaje a la luna. Sin embargo, la
trayectoria ha errado por medio grado. Esto, en el comienzo del viaje, resulta
insignificante, casi pasa desapercibido. No obstante, a medida que va avanzando
el cohete esta falla comienza a hacerse cada vez más notoria hasta que, llega
un punto, en que el cohete se encuentra apuntando a un destino completamente
diferente a la luna.
En
nuestra vida sucede lo mismo, si nos desviamos un poco, si tenemos un pequeño
defecto, y decidimos dejarlo pasar esa desviación se hará completamente
perceptible en unos años. Ese defecto crecerá y se alimentará e incluso
desarrollará nuevos defectos.
La
mejor forma de atacar defectos o vicios es formando hábitos. Y para adquirir un
buen hábito es necesario repetir una buena acción de forma paulatina. Por
ejemplo, si un gran defecto que tengo es criticar a la gente, un buen hábito es
que por cada crítica realizada me obligue a mí mismo a realizar tres
comentarios buenos sobre esa persona. Al cabo del tiempo inevitablemente dejaré
de criticar, así sea solo por el aburrimiento de tener que pensar tres cosas
buenas.
Siempre
es un buen momento para empezar. Y dicen que formar un hábito toma 40 días.
¿Por qué no ahora?
“Si
todos los años extirpáramos un vicio, pronto legaríamos a ser hombres perfectos”
-Thomas de Kempis
Son como pasos de bebe, cada día una buena acción con un buen propósito dejando vicios que se aferran a tu vida como parásitos que se reproducen.
ResponderEliminarAunque pasa algo muy particular con nosotros los seres humanos es que a pesar de saber todas aquellas manías que nos tienen aferrados a cosas vanas con perjuicio para nuestro futuro siguen; y aun sabiendo que se puede producir un cambio en nuestras vidas seguimos allí sin hacer nada esperando a que las cosas algún día funcionen.
Mirarse a si mismo, es siempre un acto de gran valentía. Me encantó la propuesta.Gracias.
ResponderEliminarMe siento perdida que debo hacer?
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