Por Viviana Venegas
"Una casa sin hijos es como un panal sin abejas"
"Una casa sin hijos es como un panal sin abejas"
-Victor Hugo
Nos
preocupamos porque la pirámide poblacional ahora está invertida… Nos quejamos
porque cada vez hay menos jóvenes que trabajen para sostener las pensiones de
los ancianos… Nos escandalizamos porque vivimos en una sociedad que cada vez es más individualista,
donde abunda la corrupción y la falta de generosidad… Nos inquieta pensar que
existen países en donde la tasa de mortalidad sobrepasa la de natalidad..
Pero…
Nos hemos acostumbrado a las políticas de control de natalidad… Se nos hace
completamente justo que en China solamente se pueda tener un hijo… Nos resulta
absurdo escuchar a una mujer decir que desea tener muchos hijos…
Y en vez
de poner como excusa principal la falta de
dinero para sostener familias grandes, por qué no pensamos en tener vidas
más austeras? ¿En no querer darle absolutamente todo lo material a los hijos?
¿En regalarles hermanos que realmente sean la mejor escuela de respeto,
entrega, amor y generosidad?
El mundo
nos ha acostumbrado a tener que estar siempre en la zona de confort, al placer
inmediato y al consumismo, mostrándonos “medios” que harán que “alcancemos” esa
supuesta felicidad que nos hará plenos. Sin embargo, ¿creemos realmente que
para llegar a ser más felices
necesitamos más cosas en vez de valores y experiencias que nos permitan
negarnos a nosotros mismos para darnos a los demás?
Los
hijos no son una molestia, no son un estorbo, no son un accidente… Son un
regalo de Dios, son una historia de amor que Dios tiene preparada. ¿Por qué ser
obstáculos para que Dios muestre su grandeza a través de esa nueva historia de
amor?
Los
padres de hoy no quieren tener muchos hijos, sin embargo, sus hijos sí quieren
tener muchos amigos, primos, tíos, etc. ¿No les quieren dar lo mejor? Darle la
compañía de los hermanos es el mejor regalo.
No es
que las mujeres no quieran tener muchos hijos, es que no confían en los
hombres… No es que las mujeres no quieran ser muchas veces mamá, es que
prefieren cuidar su figura… No es que no haya dinero, es que se les quiere dar
todo poniendo por encima el “tener” en vez del “ser”.
Solamente
las personas con fe son capaces de lanzarse a ese precipicio oscuro que implica
la aventura de abrirse al Plan Divino de Dios en cuanto a la cantidad de hijos.
Este plano sobrenatural poco a poco se ha ido anulando en el mundo de hoy. No
obstante, no hay que confundir el “no querer tener hijos” como acto voluntario,
planeado y egoísta, con las dificultades o circunstancias (psicológicas,
físicas, etc.) que no permitan a una pareja concebir hijos.
El amor
nunca mide lo que da, y éste, en sí mismo, se multiplica con los hijos, jamás
se divide.
La
familia es el núcleo de la sociedad y qué mejor que poder brindarle al mundo
jóvenes que hayan crecido en familias grandes en donde el individualismo
disminuya, la generosidad aumente y el amor se enriquezca y reproduzca. El
90.9% de los santos fueron hijos de familias numerosas.
“La
carencia de hijos no es falta de dinero, falta de tiempo, o de recursos, sino
falta de fe”
-Monseñor Chaput.
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