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sábado, 13 de octubre de 2012

La Fuerza del Caracter #1


Por Jorge Obregón LC

“Tanto adelantarás en el bien cuanto sepas dominar tu voluntad”. 
-Tomás de Kempis

Cuando todo joven empieza a emocionarse con la vida y se da cuenta de que se va haciendo tarde para hacer de ella una aventura apasionante, él/ella le lanza una profunda pregunta: “Vida, ¿qué me vas a dar?” La respuesta es la misma que el campo fértil responde al campesino que, cansado y satisfecho después del duro jornal, pregunta a la tierra: “Tierra, ¿qué me vas a dar?” La tierra responde: “Lo que tú me des”.

    El añorado pasado sin tanta técnica a la mano ofrecía al hombre algo que poco a poco se va perdiendo: Un espíritu de lucha y de esfuerzo. El no tener tantas comodidades y tener que esforzarse para obtener de la vida un resultado halagüeño hacía que el cuerpo y la mente estuviesen constantemente en pie de lucha. Obtener el pan de cada día y el éxito a cada paso venían como algo natural que la tierra exigía de cada persona.  El espíritu hedonista (“facilista”) de hoy quieren frecuentemente el mejor resultado con el menor esfuerzo. La tecnología nos ha hecho perezosos. Todo está tan cercano con sólo presionar un mouse, un control remoto, un sencillo botón.

    Por ello, reconociendo las beneficios en muchos campos que la vida moderna nos ha regalado, habría que ver si con ello nos estamos haciendo más hombres/mujeres en el pleno sentido de la palabra. Esto es, si nuestras vidas se acercan más a la virtud que todos reconocemos que tanto ofrecían muchos de nuestros abuelos(as). Cuando el hombre no se esfuerza por conseguir las cosas, el carácter se debilita, pues sin exigencia no hay excelencia. Toda vida lograda requiere un esfuerzo, una renuncia. Para ello cada ser humano tiene que tener una gimnasia de renuncias y posibilidades de renuncia que el mundo actual ha reducido sustancialmente.

    Por ello, pienso que una respuesta adecuada es, ante todo, reconocer que las grandes carreras y premios se ganan con mucho sudor y lágrimas. Segundo, tener una resolución interna de querer ser uno mismo una persona exitosa, virtuosa. Y tercero, saber que el camino para ello es formar ese carácter imponiéndose día a día esfuerzos que la vida de hoy, a pesar de haberse tornado más cómoda, sigue ofreciendo a cada uno.   

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