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jueves, 11 de octubre de 2012

¿Y Qué es la Fe?

Por Juan Camilo Ibáñez

"La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo”
-Benedicto XVI

Siempre se habla de la razón como la única diferencia entre los seres humanos y otros animales. Sin embargo, es la fe la segunda ala del pájaro, la que lo eleva más allá de su propia expectativa, la que lo llama a ver más, a ser más, a dar más.

Se ha dicho en ocasiones que la fe cierra la mente y limita a los hombres. Pero la fe es el verdadero potenciador del ser humano, ¿Quién puede operar la más compleja de las máquinas sin tener instrucción de su creador? ¿Quién podrá alcanzar la felicidad sin siquiera saber donde se encuentra ni como buscarla?

La fe es la puerta y el camino para que la criatura se encuentre con su Creador. Es confiar que el amor todo lo puede, todo lo espera y todo lo alcanza.

La fe es creer que todos tenemos un propósito y que todos tenemos un sentido. Es saber que aunque todo esta turbio llegará la luz, que aunque todo parece ir mal llegaremos a un buen camino, que aunque el mal abunda triunfará el bien.

La fe es el motor de la virtud. Es la principal impulsora del bien. Es luchar incansablemente por lograr el cambio personal y el cambio del mundo entero.

La fe es el camino de salvación. Es saber que no estamos perdidos, que no fuimos una coincidencia del azar y un simple proceso en la evolución. Es saber que nuestros errores tienen perdón y que nuestro sufrimiento tiene sentido.

La fe es la luz que rompe la oscuridad. El calor que aparta el frio. La paz que impide la intranquilidad. La felicidad que no termina nunca.

La fe es saber que la muerte solo es un paso. Que si existe la unidad. Que podemos estar tristes pero no deprimidos, moribundos pero no muertos, pobres pero siempre ricos.

La fe es estar siempre atentos del otro.  Porque la fe sin amor es fanatismo.

Poco faltará para que alcances la fe y cambie tu vida, pues la fe no se alcanza sino se recibe y para recibirla toca pedirla, y al recibirla toca luchar por conservarla.

Porque para prender una fogata basta un fosforo, pero un fosforo en el aire será apagado por el viento.

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