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miércoles, 31 de octubre de 2012

Los Niños del Mañana


Por Juan Camilo Ibáñez

“Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa es en ella una maravilla. No era simplemente un mundo lleno de milagros sino un mundo milagroso.” (Chesterton, 2006)

En el momento de enfrentarse a la realización de una empresa, y entiéndase empresa como la “acción o tarea que entraña dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo.” (Española, 2006), surge la duda natural del móvil y objetivo.

Mucho se ha hablado sobre la importancia de la niñez en la formación de los individuos que conforman la sociedad. Karl A. Menninger (2007), reconocido psiquiatra americano, afirmaba: “Lo que se haga a los niños, ellos lo harán a la sociedad”.

Los japoneses, luego de su devastadora derrota durante la guerra, decidieron adoptar algunos de las antiguas costumbres de sus antepasados para hacer resurgir aquella sociedad de las cenizas. La principal medida que tomaron en las escuelas y colegios fue la disciplina. Los niños siempre serían niños, siempre jugarán y molestarán, sin embargo, en el momento del estudio y la superación personal, la disciplina debe estar por encima de las habilidades personales y de la inteligencia.

Por otro lado María Montessori (1964) aseguraba que las mentes de los niños en estas edades se comportaban como esponjas. Una experiencia de estudio y diversión combinados en la niñez serán la clave de un estudio dedicado en la vida adulta.

¿No será que todos los males que aquejan a la sociedad son consecuencia de una decisión egoísta en vez de una decisión comunal? ¿No será que la falta de atención a la niñez, la falta de dedicación y entrega, de cariño y acompañamiento han desencadenado los grandes problemas contra los que hoy en día batalla el mundo?

Que importante resulta, pues, no solo recordar que toda acción y determinación que emprendemos en nuestro día a día, todo proyecto o iniciativa que comenzamos, debe tener como enfoque y objetivo principal el trabajo arduo e incansable en pro de la sociedad, y principalmente en fomento del espíritu infantil.

Si los gobiernos y las empresas unieran esfuerzos para formar consiente y decididamente a la niñez, con juegos y estudio, con experiencias y motivaciones, nos encontraríamos a dos generaciones de tener el mundo soñado.

“En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.” (Neruda, 2005)

Bibliografía

Chesterton, G. K. (2006). The Autobiography of G.K Chesterton. San Francisco: Ignatius Press.
Española, R. A. (2006). Diccionario escencial de la lengua española. Barcelona: Espasa Calpe.
Menninger, K. (2007). The Crime of Punishment. Bloomington: AuthorHouse.
Montessori, M. (1964). The Montessori Method. New York: Schocken Books.
Neruda, P. (2005). Confieso que he vivido. Santiago: Pehuén.



lunes, 29 de octubre de 2012

Sobre el Sufrimiento


 Por Juan Camilo Ibáñez 

“Quizás el sufrimiento y el amor tienen una capacidad de redención que los hombres han olvidado o, al menos, descuidado.”
-Martin Luther King

Mucho se ha escrito para guiar al hombre hacia una vida sin sufrimiento y llena de comodidades. Sin embargo, a medida que el sufrimiento se acerca nuestras decepciones se acrecientan pues no hay nada en este mundo que pueda alejarnos del sufrimiento. 

Si el sufrimiento es un hecho, si es una situación que tarde o temprano llegará, ¿cómo debemos afrontarlo? Tal vez lo lógico resulte buscar evitarlo a toda costa, llenar nuestra vida de facilidades y comodidades y, cuando el sufrimiento ya sea inminente, simplemente apartarnos de este mundo. Una respuesta cómoda a una situación incómoda. Una respuesta irresponsable a una situación que amerita ser afrontada.

Lo curioso del sufrimiento es que no hay rival que se le oponga. El sufrimiento tumba a los más fuertes y desmotiva a los más alegres. 

Sin embargo, contrario a lo que se cree, la respuesta al sufrimiento no debe ser evasiva. Pocas son las oportunidades que tiene el ser humano para identificarse con la humanidad como la que le presenta el sufrimiento. Nosotros, los que caminamos tranquilos por la vida sin mayor preocupación, que tenemos una cama caliente y un plato de comida, que recibimos educación y salud, olvidamos muchas veces el mundo doliente que existe afuera.

Pocos son los momentos en que podemos crecer en paciencia y confianza, esperando mejorar, sabiendo que no sufrimos en vano así como no vivimos en vano. Creciendo en humildad y docilidad, recordando que no lo podemos todo ni lo somos todo, que al mundo vinimos sin decidirlo y del mundo nos iremos igual.

Pocos son los momentos en que logramos marcar corazones. En que nuestras decisiones, fortaleza y valentía logran mover multitudes y cambiar vidas. Ese momento específico en que nuestra humanidad, tan maltratada y humillada, se alza en dignidad, recordándonos que lo importante no es evitar el sufrimiento sino amar mientras se sufre.

Porque si amas en el sufrimiento y logras ser feliz a pesar de él, amarás en cualquier situación y a cualquier persona sin importar lo que suceda. 

“Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.”
-Viktor Frankl



martes, 23 de octubre de 2012

¿Por qué suceden los ciclones?

Por Juan Camilo Ibáñez

Un ciclón es un fluido que rota rápidamente en forma circular y que va en el mismo sentido que la tierra. Sin embargo, y como sucede con muchos otros eventos físicos, los ciclones también pueden suceder en el interior de cada persona. 

Los ciclones se forman básicamente por la fuerza que el mismo planeta ejerce al rotar donde hay baja presión. Es curioso como, a pesar de que la tierra gira constantemente y todos sus puntos se ven afectados, solo los puntos de baja presión son propensos a generar ciclones. El ser humano tiene una particularidad similar. Podrá vivir inmerso en una rutina durante años enteros, sin embargo es un pequeño detonante lo que dispara un ataque de rabia, una frustración, una depresión o cualquier tipo de malestar interno.
Muchas veces son los pequeños problemas los que generan nuestros ciclones. Un problema que nos atormenta y nos atrapa, empezamos a girar en torno a él y con esto arrastramos todo a nuestro alrededor afectando completamente nuestro ambiente. Nada hay más temeroso que ver acercarse un ciclón.

Sin embargo, resulta curioso que, usualmente, la persona que esta generando todo el ciclón no se da cuenta que lo hace. Esto en ciclogénesis se llama el ojo del ciclón, un lugar dentro de la tormenta donde todo parece permanecer en calma. Un lugar engañoso si duda pues alrededor todo esta siendo devastado y arrasado. Y es aquí justamente donde nos encontramos nosotros parados, seguros de que nadie nota nuestro “pequeño” problema o de que, simplemente, nada malo sucede.

Los ciclones suelen formarse en el océano. De allí toman toda su humedad y calor. Un ciclón solo acabará en el momento en que se vea disipado, y esto ocurre cuando se empieza a alejar de aquello que lo “nutre”, es decir cuando se aleja de esa zona húmeda y caliente y se adentra en aguas frías o incluso tierra adentro. 

El ser humano actúa igual en estas circunstancias. La única forma de finalizar un “ciclón humano” es alejándose de aquello que potencia el conflicto, tomando distancia para ver mejor, buscando alternativas distintas, buscando lugares más tranquilos que ayuden a apaciguar las cosas.

Cuando un ciclón finaliza no quiere decir que n vayan a haber más ciclones. Sin embargo, será imposible que sean los mismos vientos los que lo formen. Cuando pasa la tormenta, por más larga que haya sido, queda la enseñanza. No hay calma más grande ni sol más brillante que el que viene después de la tempestad. 

“Resulta muy difícil ver las cosas que están muy cerca. A veces es necesario alejarse para ver con mayor claridad”
-Sarah Hill

Bibliografía:
Glossary of Meteorology (June 2000). "Cyclonic circulation". American Meteorological Society. Retrieved 2008-09-17.

domingo, 21 de octubre de 2012

La Unión de la Cadena


Por Juan Camilo Ibáñez

Son los pequeños detalles del día a día los que se convierten en el pequeño detonante de los grandes problemas de la sociedad. Dibujamos lentamente un círculo vicioso que nos enreda y afecta aun cuando no nos sentimos parte de él. Violencia, odio, amargura, peligro, perdida de moral, terrorismo, muerte, robo, tragedias, en fin, un sin número de eventos, situaciones o condiciones que nos aterran y escandalizan, y nos hacen enfrentarnos al viejo dilema del huevo y la gallina. ¿Dónde empezó todo?

Si volviéramos atrás en la historia de cada individuo existe un único punto de inicio, sin importar cuan breve pudo ser: la familia. El primer vínculo de todos es sin duda alguna con la madre, un vínculo físico, psicológico, intelectual y espiritual. Ese cordón umbilical clama ser el primero de los símbolos que nos llama a la unidad. Sin embargo, es una decisión de la madre el cuidarlo y el amarlo, por tanto es la madre el primer eslabón en la unidad.

Luego que el bebé nace llega a una familia, segundo eslabón en la unidad. Será deber de la familia educarlo con testimonio y palabras, mostrarle que sus actos trascienden y que deberá siempre buscar el bien común. Sin embargo, será decisión de la familia el guiarlo por este camino.

Cuando, ya joven, entra al colegio se verá influenciado e influenciará a muchos. Y será decisión del Colegio y del Estado el determinar lo que se enseñe, y la fuerza con que fomenten la búsqueda de los valores y el rechazo de los vicios. Y será este el tercer eslabón, unificando caminos y uniendo pueblos o perdiendo oportunidades y dividiendo naciones.

Y se habrá formado un adulto, y ese adulto tomará decisiones. Y será el último eslabón de una cadena circular, pues será él quien acompañe a la madre y forme la familia. Quien por su voto elija el estado y participe en la educación de su hijo. Y será el motor de unión o agente de división.

Y si todo se pinta tan bien, si todo parece tan fácil, ¿dónde se rompió la cadena? Y más importante aún, ¿Cómo volveré a unir la cadena?

“La unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la ley suprema del universo”
-Isaac Newton

sábado, 13 de octubre de 2012

La Fuerza del Caracter #1


Por Jorge Obregón LC

“Tanto adelantarás en el bien cuanto sepas dominar tu voluntad”. 
-Tomás de Kempis

Cuando todo joven empieza a emocionarse con la vida y se da cuenta de que se va haciendo tarde para hacer de ella una aventura apasionante, él/ella le lanza una profunda pregunta: “Vida, ¿qué me vas a dar?” La respuesta es la misma que el campo fértil responde al campesino que, cansado y satisfecho después del duro jornal, pregunta a la tierra: “Tierra, ¿qué me vas a dar?” La tierra responde: “Lo que tú me des”.

    El añorado pasado sin tanta técnica a la mano ofrecía al hombre algo que poco a poco se va perdiendo: Un espíritu de lucha y de esfuerzo. El no tener tantas comodidades y tener que esforzarse para obtener de la vida un resultado halagüeño hacía que el cuerpo y la mente estuviesen constantemente en pie de lucha. Obtener el pan de cada día y el éxito a cada paso venían como algo natural que la tierra exigía de cada persona.  El espíritu hedonista (“facilista”) de hoy quieren frecuentemente el mejor resultado con el menor esfuerzo. La tecnología nos ha hecho perezosos. Todo está tan cercano con sólo presionar un mouse, un control remoto, un sencillo botón.

    Por ello, reconociendo las beneficios en muchos campos que la vida moderna nos ha regalado, habría que ver si con ello nos estamos haciendo más hombres/mujeres en el pleno sentido de la palabra. Esto es, si nuestras vidas se acercan más a la virtud que todos reconocemos que tanto ofrecían muchos de nuestros abuelos(as). Cuando el hombre no se esfuerza por conseguir las cosas, el carácter se debilita, pues sin exigencia no hay excelencia. Toda vida lograda requiere un esfuerzo, una renuncia. Para ello cada ser humano tiene que tener una gimnasia de renuncias y posibilidades de renuncia que el mundo actual ha reducido sustancialmente.

    Por ello, pienso que una respuesta adecuada es, ante todo, reconocer que las grandes carreras y premios se ganan con mucho sudor y lágrimas. Segundo, tener una resolución interna de querer ser uno mismo una persona exitosa, virtuosa. Y tercero, saber que el camino para ello es formar ese carácter imponiéndose día a día esfuerzos que la vida de hoy, a pesar de haberse tornado más cómoda, sigue ofreciendo a cada uno.