Por Juan Camilo Ibáñez
“Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa es en ella una maravilla. No era simplemente un mundo lleno de milagros sino un mundo milagroso.” (Chesterton, 2006)
“Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa es en ella una maravilla. No era simplemente un mundo lleno de milagros sino un mundo milagroso.” (Chesterton, 2006)
En
el momento de enfrentarse a la realización de una empresa, y entiéndase empresa
como la “acción o tarea que entraña dificultad y cuya ejecución
requiere decisión y esfuerzo.” (Española, 2006), surge la duda natural del móvil y
objetivo.
Mucho se ha hablado sobre la importancia de
la niñez en la formación de los individuos que conforman la sociedad. Karl A.
Menninger (2007), reconocido
psiquiatra americano, afirmaba: “Lo que se haga a los niños, ellos lo harán a
la sociedad”.
Los japoneses, luego de su devastadora
derrota durante la guerra, decidieron adoptar algunos de las antiguas
costumbres de sus antepasados para hacer resurgir aquella sociedad de las
cenizas. La principal medida que tomaron en las escuelas y colegios fue la
disciplina. Los niños siempre serían niños, siempre jugarán y molestarán, sin
embargo, en el momento del estudio y la superación personal, la disciplina debe
estar por encima de las habilidades personales y de la inteligencia.
Por otro lado María Montessori (1964)
aseguraba que las mentes de los niños en estas edades se comportaban como esponjas.
Una experiencia de estudio y diversión combinados en la niñez serán la clave de
un estudio dedicado en la vida adulta.
¿No
será que todos los males que aquejan a la sociedad son consecuencia de una
decisión egoísta en vez de una decisión comunal? ¿No será que la falta de
atención a la niñez, la falta de dedicación y entrega, de cariño y
acompañamiento han desencadenado los grandes problemas contra los que hoy en
día batalla el mundo?
Que
importante resulta, pues, no solo recordar que toda acción y determinación que
emprendemos en nuestro día a día, todo proyecto o iniciativa que comenzamos,
debe tener como enfoque y objetivo principal el trabajo arduo e incansable en
pro de la sociedad, y principalmente en fomento del espíritu infantil.
Si
los gobiernos y las empresas unieran esfuerzos para formar consiente y
decididamente a la niñez, con juegos y estudio, con experiencias y motivaciones,
nos encontraríamos a dos generaciones de tener el mundo soñado.
“En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin
los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que
no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.” (Neruda, 2005)
Bibliografía
Chesterton, G. K. (2006). The Autobiography of G.K
Chesterton. San
Francisco: Ignatius Press.
Española, R. A. (2006). Diccionario
escencial de la lengua española. Barcelona: Espasa Calpe.
Menninger, K. (2007). The Crime
of Punishment. Bloomington: AuthorHouse.
Montessori, M. (1964). The
Montessori Method. New York: Schocken Books.
Neruda, P. (2005). Confieso que he vivido. Santiago: Pehuén.