Por Juan Camilo Ibáñez
¿Alguna vez has cerrado los ojos y pensado en el futuro?
Hay veces que el pasado nos consume de tal forma que no disfrutamos del efímero
presente y nos sentimos arrollados por un sorpresivo futuro.
Desde que nacimos no hemos dejado de movernos, cada quien
a su ritmo y en su condición, cada quien con su rumbo o con su desorientación.
Pero en todo caso nos movemos.
Hemos recorrido una parte del camino, algunos sabemos dónde
estamos, otros estamos completamente perdidos y otros ni nos habíamos enterado
cuando llegamos hasta aquí. En todo caso has recorrido una parte del camino y
aún queda otra parte por andar. Para algunos será corta, para otros larga, para
otros acaba de terminar.
Si aún no sabes dónde estás cierra los ojos y piensa. ¿Dónde
estoy? ¿Cómo llegue hasta acá? ¿Quién soy? ¿Qué espera la gente de mí? ¿Qué
espero yo de mí? Podrán pasar días y años, pero la respuesta ciertamente es
sorprendente.
Si ya sabes dónde estás, quién eres y que esperas de ti,
puedes preguntarte: ¿A dónde voy?. No pienses en un camino determinado sino en
un camino que tú determinas. Como dice al final del poema de William Ernest
Henley Invitus: “Soy el maestro de mi destino: soy el capitán de mi alma”.
Si ya sabes quién eres, a donde vas, que esperas de ti,
solo queda empezar a andar, aunque en realidad nunca dejaste de hacerlo,
ponerte en marcha y alcanzar tu sueño, un sueño posible, un sueño alcanzable,
el sueño que has querido que te determine pero que podrás modificar conforme
avanzas.
Entonces verás el camino iluminarse frente a ti, muchas
partes siguen turbias, oscuras o nublosas, pero vez la luz del final, la luz
que te guía, la luz con la que determinas tus pasos.
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
-Antonio Machado
No hay comentarios:
Publicar un comentario