Por Juan Camilo
Ibáñez
La batalla más
importante es la batalla de la vida. No es una batalla que se gana o se pierde
en un momento, es una batalla que se lucha a diario, en cada instante. Hay mañanas
en que la batalla más grande se libra justo antes de salir de la cama, esa
batalla en que nos debatimos a muerte sobre el levantarnos o el quedarnos
cómodamente descansando.
¿Qué podría
levantarnos, movernos o animarnos si creemos que el hacerlo no tendría sentido
alguno? ¿De que valdría el ahora sin la esperanza del después? Este resulta ser
el motivo más grande de nuestras batallas, nuestro Florero de Llorente, ¿tendrá
algún tipo de recompensa mi esfuerzo del día? ¿Existirá acaso un mañana en que
me pueda sentir orgulloso del hoy?
Pero ¿qué es un
instante sino un espacio de tiempo muy corto? ¿qué es un día sino nuestra
propia vida a escala? Y podremos preguntarnos ¿habrá un mañana ahora que el
ocaso cae y empieza la noche? ¿Lo habrá valido todo? ¿Habrá valido el esfuerzo,
el sufrimiento, el ver partir a quienes amábamos? Porque si ese mañana no
existe, ningún sentido tiene vivir el hoy.
Sin embargo, una cosa
es cierta, la vida debe vivirse como si ese mañana existiese pero como si hoy
fuese el último día en que podremos vivir dándolo todo para llegar preparados
al mañana.
"Prefiero
equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en
un Dios que existe. Porque si después no hay nada, evidentemente nunca lo
sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay Alguien,
tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo."
-Blaise Pascal
Juanca gracias por este blog es una belleza.
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