" Una gran civilización no es conquistada desde afuera
hasta que no se ha destruido a sí misma desde adentro”
-W. Durant
Es curioso como las preguntas que más fáciles se deberían
responder son aquellas que más polémica causan. Es curioso también como
aquellos lugares que deberíamos considerar sagrarios, verdaderos refugios son
aquellos que han sido declarados campos de exterminio. Es curioso como
olvidamos quienes somos y de donde venimos.
Los Derechos Humanos nos recuerdan la lucha incansable de la
humanidad contra la diferencia y la discriminación. Hervimos de ira cuando nos
narraron las historias de los genocidios en los Gulags, en Ruanda y en Auschvitz.
Rechazamos las políticas fascistas, nacistas y racistas. Crecimos inspirados
por Luther King, Mandela y Ghandi, y durante siglos hemos luchado por el fin de
la discriminación, del racismo, del machismo y feminismo, de la homofobia, del antisemitismo,
anticristianismo y en general por la libertad religiosa. Hemos izado
estandartes y participado en marchas para promover la vida, hemos buscado
mecanismos para evitar la violencia, las guerras y las muertes. En fin, hemos
buscado un mundo mejor para el ser humano y para el medio ambiente, pero nos
hemos hecho un enemigo común a todos, un enemigo que no respeta raza ni
cultura, sexo ni religión, un enemigo que ataca directamente a los débiles y
discrimina a aquellos que tienen alguna limitación física. Un enemigo que ha
entrado a lo más profundo de nuestras comunidades y amenaza nuestro futuro.
¿Cuánto más permitiremos que el legado de nuestros
antepasados se vea perdido? ¿Que la lucha que durante tantos siglos se ha
llevado por alcanzar la igualdad, por acabar con la discriminación y
subyugación se vea perdida en un instante? ¿Cuánto más permitiremos que las
familias, las madres y sus hijos se vean afectados? ¿Que aquellos que han de
venir, a quienes construimos nuestro mundo, a quienes esperamos en nuestros
hogares, a quienes recibirán nuestro legado y lucharan por su futuro sufran las
consecuencias?
Hablamos de solidaridad y acogida, pero cerramos nuestros
hogares. Promulgamos la paz y la libertad, pero negamos sus derechos. Luchamos
por la vida, pero fomentamos la muerte. Pedimos el fin de la corrupción, pero
pagamos para que desaparezcan nuestros errores. Luchamos por una sociedad
mejor, pero evitamos que haya una sociedad futura.
Hemos patrocinado la peor y más cruel de las guerras. Hemos permitido
la entrada a la peor manifestación del nazismo, del antisemitismo y el
fascismo. Hemos abrazado a un enemigo mayor al sexismo, racismo y anticristianismo.
Hemos abierto las puertas al aborto.
Porque la única diferencia entre un bebe recién nacido y un
bebe en el vientre materno es que el llanto del primero no es silencioso.
“Una sociedad que mata a sus hijos, es una sociedad que no
tiene futuro”
-Juan Pablo II
Creo que una respuesta a la desarticulación del hombre en la sociedad se debe a la perdida del sentido de una familia y el rol insuplantable de este dentro de la sociedad. Hoy buscamos horizontes soñadores, metas retadoras, y futuros prometedores, pero muchas veces nos olvidamos quien nos inculco esa hambre por soñar en grande. ¿Qué seria de una sociedad sin familias? Creo que no es muy diferente a lo que nos enfrentamos hoy, dejamos de pensar en el bien común y pensamos nada mas en el bien propio (primero yo, segundo yo, tercero yo y si sobra lo tomo yo). En la familia es donde aprendemos a convivir con SERESHUMANOS, y dejamos de creer que son seres perfectos, y allí es donde esta el verdadero sentido de vivir, el verdadero amor.
ResponderEliminarPero hoy queremos tener todos los problemas resueltos antes de salir de la familia, esperamos a tener sueldos robustos para buscar con quien formar familia. Utilizamos nuestras familias como un salvavidas mientras nos llega un mejor barco en el cual podremos navegar igual o mejor que venimos navegando. Y olvidamos que vivir y luchar están casi de la mano. Una vez conseguimos con quien estar, le cerramos la puerta a nueva vida por mantener nuestra propia comodidad, con argumentos tan comunes como “no voy a traer un niño a este mundo a sufrir”, pero sabemos que esto es una verdadera mentira, ¿Qué padre no lucharía por sacar a su hijo adelante? Creo que realmente hoy se nos mezclo el concepto de vida con el de calidad de vida. La vida vale por si sola, por el simple hecho de ser vida! Y que mejor que la familia para ser los guardianes de la vida.
Jose muchas gracias por ese comentario que siento que aporta enormemente al tema. Siempre se pone a la familia como centro de bienestar social, pero por otro lado, y he aquí un gran símbolo de incoherencia, es desarticulada y atacada. definitivamente la Familia es guardiana de la vida.
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ResponderEliminarEl aborto existe y es practicado porque nos hemos encargado de hacerlo una opción. Muchos critican la cultura de la muerte pero no son capaces de abrazar la cultura de la vida.
ResponderEliminarNos hemos acostumbrado a salir de los problemas implementando "soluciones" mediocres a corto plazo... Como lo es que en Bogotá exista un contra flujo a ciertas horas del día o que interrumpan una autopista para desviar unos carros. "Soluciones" que sólo "contentan" a unos cuantos momentáneamente sin sanar las verdaderas causas o enfermedades de fondo. Esto mismo pasa con nuestras decisiones: elegimos basándonos en un presente pasajero encaminado a satisfacer los placeres sin tener en cuenta que somos seres humanos que no contamos solamente con la dimensión fisiológica que es la que nos asemeja a los animales. Sino que necesitamos decisiones que vayan más allá, que dejen paz en el alma, que no sean causa de un impulso.
Siempre que haya un aborto existirán dos víctimas: una muerta y la otra herida.