Por Juan Camilo Ibáñez
Hay miles
de cosas que vemos en el mundo y nos decepcionan. Cosas que nos duelen, como la
indiferencia ajena. Cosas que nos lastiman, como vernos atacados o humillados
por quienes amamos. Cosas que nos hacen enojar. Cosas que criticamos y
atacamos. Pero son pocas las veces en que dejamos de mirar al mundo, y cerrando los ojos ponemos la mirada sobre
nosotros mismos.
¿Quién soy
yo? ¿Quién dice la gente que soy yo? ¿Estoy contento con esto? Muchas veces no
hemos sido nosotros responsables de nuestro propio yo, sino el mundo, la rutina, la gente quienes nos han ido
esculpiendo. Pero, ¿Estoy contento con este yo
en el que me he convertido?
Vale la
pena hacer un alto en nuestra jornada, tomar papel y lápiz y sentarnos durante
una hora a averiguar quienes somos. Escribir todos nuestros defectos y errores
a un lado, y todas nuestras cualidades y habilidades al otro. Luego, tal vez al
otro lado de la hoja, escribir todo aquello que he decidido cambiar de mi viejo
yo y los métodos para cambiarlos.
Nadie va a
definir nuestras vidas sino nosotros mismos. Sin embargo, hace falta buscar
ayuda para cambiar, encontrar quien nos acompañe en el proceso, valernos de
medios y hábitos. ¿Dónde encontraremos quién nos acompañe en el proceso? Esta
respuesta es personal, a quien acudir depende de lo que quiero cambiar. La
pregunta es ¿estoy dispuesto a cambiar?
De aquí en
adelante, son los pequeños detalles los que formaran ese nuevo yo. No es un cambio inmediato, no es un
cambio fácil, pero es un cambio que vale la pena. Es formar un corazón nuevo.
"Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas pequeñas"
-Frank A. Clark
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